Navarra

Navarra

Navarra es tierra dignificada por algo que la caracteriza en su historia: la unión de unos hombres que, ya en la Edad Media, formaron un reino del que se desglosarían Castilla y Aragón, después artífices de la unidad española.

Escudo de Navarra

En campo de gules cadenas de oro, cargado en su centro de una estrella de seis puntas, de sinople, acamada de un lucero de plata.

Heráldica Geográfica

Las Armas de Navarra

Navarra es tierra dignificada por algo que la caracteriza en su historia: La unión de unos hombres que ya, en la Edad Media, formaron un reino del que se desglosarían Castilla y Aragón, después artífices de la unidad española.

El nombre de Navarra proviene de la voz vasca, nava, "campo llano" y su nombre completo significa gente que vive en las montañas o en las llanuras dominadas por aquellas. Y de su importancia baste el dato de que el rey Fernando "el Católico", se impuso la obligación de respetar sus Fueros: esto es, las prerrogativas que sus anteriores reyes le habían conferido en el transcurso de la historia.

Los primeros datos que se disponen de núcleos humanos en Navarra se remontan al paleolítico, aunque son bien escasos: tres pueblos se asentaron en aquellas tierras.

A mediados del siglo III, antes de J. C. encontramos a los suessetanos, pertenecientes a los celtas; los vascones, establecidos en la zona Pirenaica y los várdulos, cuyo centro se hallaba ya en la zona de la actual Guipúzcoa. En el siglo II (a. J. C.), tuvo lugar la penetración romana. Pero, desde un comienzo, las legiones de Roma tuvieron que enfrentarse a la dura y tenaz resistencia de los vascones quienes, de hecho, mantuvieron su independencia.

Hasta tal punto llegó su valor y su indomable sentido de la propia identidad como pueblo, que los romanos (que denominaban como, cántabros, a todos los habitantes de la Zona Norte de la Península), cuando querían decir que una cosa era poco menos que imposible, afirmaban que aquella era tan difícil como poner de espaldas contra el suelo a un cántabro. Durante largos años, los vascones constituyeron la pesadilla de las legiones romanas; como siglos después harían lo propio contra los Visigodos hasta la ocupación musulmana de la Península. Pero de esta época se conserva el dato de que si bien, el caudillo moro Ocba, ocupó Pamplona no quedan noticias de que durara mucho la citada ocupación.

El fundador de Pamplona fue Pompeyo. Dió lo mismo porque los romanos únicamente encontraban cierta paz en las tierras llanas. Apenas se atrevían a iniciar incursiones por las zonas montañosas, eran irremisiblemente batidos por los fieros vascones. Con la llegada de la Era cristiana, los vascones se fueron expansionando constituyendo el núcleo más importante de la población navarra. Con los reyes godos se repitió la historia, Leovigildo (año 581), Viterico (610) y Recesvinto (649), se estrellaron contra la resistencia de los vascones a los que jamás consiguieron vencer.

Baste decir que la invasión musulmana de la Península Ibérica se produjo cuando el rey Rodrigo asediaba Pamplona, intentando tomar la ciudad. Hacia el año 737, Pamplona cayó en poder de los musulmanes y, dato curioso, los vascones se entendieron mejor con los nuevos invasores que con romanos y godos, hasta el punto que cuando Carlomagno pasó los Pirineos, se aliaron vascones y musulmanes para infligirle la derrota de Roncensvalles.

Pero tampoco duró mucho la sumisión vascona a los moros. En el año 799, estalló en Pamplona una rebelión expulsando a los musulmanes y dando origen al reino de Pamplona el cual se vió consolidado tras la derrota del ejército musulmán de Abd el Karim. Este pequeño reino de Pamplona fue el punto de origen del más amplio de Navarra. En la primera mitad del siglo IX aparece por primera vez la denominación de Reino de Navarra. Con todo, éste tuvo que sufrir las intentonas de los francos, cuyo rey Luis "el Piadoso", no tuvo mayor fortuna que Carlomagno teniendo que retirarse derrotado. El primer rey de Navarra fue el vascón Iñigo Arista; viene luego la lista de reyes navarros hasta Sancho I Garcés que, con el apoyo de Alfonso III, de León, consolidó la supremacía navarra en la Península.

La lucha contra los moros fue prácticamente incesante, unas veces con mejor y otras con peor fortuna. Abderramán III, atacó a navarros y leoneses inflingiéndoles una tremenda derrota. Sancho Garcés, por su parte, no regateó esfuerzos para asegurar la frontera de su reino en el Ebro y mantener el Condado de Aragón bajo su hegemonía. A este efecto casó a su hijo García Sánchez con la condesa propietaria de Aragón que de ese modo quedó vinculado a Navarra. Los musulmanes, que veían con temor la expansión del reino navarro, lo atacaron, saqueando Pamplona y ocupando numerosas plazas. Con todo y eso, Sancho Garcés dejó a su hijo García Sánchez II, un reino engrandecido hasta más allá del Ebro, incluida la Rioja. Durante este reinado, una coalición de navarros leoneses y castellanos, venció a los musulmanes en Simancas, creciendo la influencia del reino navarro en los restantes reinos peninsulares. Vino una época de relativa calma, hasta que, de nuevo, se rompieron las hostilidades entre cristianos y musulmanes y los navarros fueron vencidos no lejos de Tudela. No sólo vencidos, sino que Navarra fue saqueada por las tropas del caudillo Almanzor, con la derrota de Rueda, la toma y saqueo de Pamplona y correrías por las tierras navarras dejando los moros tras ellos el saqueo y la destrucción. Más con la muerte de Almanzor, el califato entró en decadencia, circunstancia aprovechada por Sancho II "el Mayor", que hizo crecer a Navarra llevándola hasta su más alto esplendor. Amplió su territorio, incorporando al mismo los países de habla vasca de Guipúzcoa, Vizcaya y la Rioja alavesa. Sancho "el Mayor", atacó y se apoderó de Astorga, Zamora y León. Esta gran expansión navarra, terminó con su testamento: De acuerdo con el derecho navarro, no dividió el reino de Navarra. Este lo dejó a su primogénito García Sánchez, ampliado con Guipúzcoa, Vizcaya y las tierras comprendidas desde Santander hasta las cercanías de Burgos. Sin embargo, dividió los territorios conquistados entre sus hijos y así Fernando recibió el Condado de Castilla, Gonzalo, Sobarbe y Ribagorza y Ramiro, Aragón. Este tremendo error político ocasionó la caída de Navarra como reino único y poderoso. Enfrentado con Castilla, el nuevo rey Navarro perdió en 1.054, la batalla de Atapuerca. El asesinato de Sancho IV Garcés fue la causa de la desmembración de Navarra y la pérdida definitiva de su grandeza en provecho de Castilla y Aragón. Las tierras de Alava, Vizcaya y parte de Guipúzcoa, fueron incorporadas al reino castellano-leonés y Navarra quedó bajo la potestad de Sancho Ramírez de Aragón. Pero la historia de Navarra continuó siendo agitada. A comienzos del siglo XII, Navarra se separó de Aragón, mas como continuaran las presiones de Castilla y Aragón, el país acabó cayendo en la órbita francesa. Desde 1.234 hasta 1.425 se sucedieron tres dinastías francesas: la de Champagne, la Capeta y la Evreux. Durante el siglo XV por el matrimonio de Blanca, Condesa de Nemours con Juan II, Navarra volvió a la órbita aragonesa. Esta reina dejó al morir un testamento que tuvo graves consecuencias: El dejar heredero al príncipe de Viana que debía tomar el título de rey, pero sin el consentimiento de Juan II. Quedó así abierta la lucha entre el padre y el hijo. Muertos ambos, el reino pasó a Leonor, hija de Juan II y con el matrimonio de ésta quedó vinculada a la casa de Foix. Durante algún tiempo esta fue la situación, hasta que Fernando "el Católico", en conflicto con la monarquía francesa, invadió Navarra y la anexionó a la Corona de Castilla.

La cota de mallas y los escudos de estos soldados o mennaderos navarros, están perfectamente representados, en la catedral de Tudela, en uno de los capiteles de su claustro.

Pero esta anexión significó tan sólo un cambio de dinastía, puesto que Navarra continuó disfrutando de su autonomía y sus Fueros. Durante la guerra de Sucesión, Navarra se declaró partidaria del duque de Anjou, más tarde proclamado rey de España con el nombre de Felipe V. Este hecho, le valió que, mientras la política borbónica se reveló como muy centralista (Cataluña perdió sus privilegios e instituciones), Navarra conservara sus Fueros, sin que le afectaran las reformas de aquel rey en el sentido centralista ya citado.

El episodio de las guerras carlistas constituye ya agua pasada, pero se dió un curioso caso; que mientras la totalidad de la provincia se pronunciaba en favor del absolutismo y los navarros formaron las principales fuerzas de choque del pretendiente don Carlos, como partidarios del citado absolutismo, Pamplona se rebeló contra el autoritarismo de Fernando VII, pero el alzamiento fracasó al no encontrar eco en otra parte que no fuera la ciudad. Durante la II Guerra Carlista, mientras Estella se convertía en la corte de don Carlos, Pamplona fue centro de la resistencia liberal, aislada y sitiada habitualmente por las tropas carlistas. Este fenómeno absolutista tiene su explicación en que siendo Navarra, en aquella época, eminentemente rural y muy influenciada por la nobleza, constituyó el caldo de cultivo de su tradicional apego al conservadurismo enfrentado al código liberal. No obstante, el tiempo no pasa en balde y conforme Navarra se ha ido industrializando, aún conservando su carácter y sus tradiciones, muchas cosas han cambiado. Y, sobre cualquier otro condicionamiento, nunca podrá olvidarse que sobre Navarra pesan muchos siglos de historia. En la Comunidad Autonómica Navarra, habrá que citar en primer lugar a Tudela. Parece ser que fue fundada entre los años 802 y 812, con el nombre de Totila o Totela. Desde esta fundación, adquirió el carácter de villa fronteriza, función estratégica que pronto tendría ocasión de demostrar. Antes de continuar, será conveniente decir que, en lo que respecta a su fundación, no todos los historiadores están de acuerdo. Unos la achacan a los romanos, otros opinan que los primeros en asentarse fueron los visigodos y que la fecha dada anteriormente, 802-812, corresponde a la época en que fue fortificada por los moros. Lo que sí es cierto es que los musulmanes la engrandecieron en gran manera y que hicieron falta cuatro siglos para que fuera reconquistada por Alfonso "el Batallador", en 1.119.

Aoíz: En 1.243 era propiedad del rey Teobaldo I y de la iglesia de Pamplona, conviniendo que los derechos sobre esta villa los disfrutaran en común. En el año 1.424, por su fidelidad y heróico comportamiento en cuantas guerras hubo anteriormente, el rey Carlos III de Navarra le concedió un gran número de privilegios y en 1.479, gobernando Navarra doña Magdalena en calidad de tutora de su hijo Francisco Febo le concedió el título de Villa, con asiento en Cortes, y a sus vecinos francos de toda servidumbre y que pudieran celebrar un mercado el primer jueves de cada mes.

Estella: Su origen es antiquísimo. Para unos, su actual nombre se deriva de la palabra latina "stella", otros la achacan a la voz vasca "Lizarra o Izarra" (Estrella), y quedan aquellos que la atribuyen a la también palabra euskera "Elizarraga", que significa Iglesia Vieja. Fue en esta lugar donde, en el año 1.085, tuvieron efecto las apariciones de la Virgen del Puy. Al hallarse en pleno Camino de Santiago, la población adquirió extraordinaria importancia. Durante las guerras carlistas, esta ciudad desempeñó un papel muy principal siendo corte de Carlos V y Carlos VII y en sus alrededores se llevaron a efecto numerosas acciones bélicas. Debe aclararse que los personajes anteriormente citados corresponden a pretendientes al trono español por la vía carlista y que, por tanto, no están incluidos en la lista de reyes españoles y menos, reconocidos como tales.

Tafalla: Localidad asimismo tan antigua que historiadores hay que atribuyen su fundación a Tubal. Se encuentra situada en la falda de una colina, en cuya cima hay una llanura que, en la antigüedad, sirvió como plaza de armas. En el año 1.636, el rey Felipe V le concedió el título de Ciudad. Ocupada por los franceses durante la guerra de la Independencia, fue liberada de dicho dominio en el año 1.813 por Espoz y Mina.