Delgado

Delgado

Su origen hay que buscarlo en las montañas de Cantabria y que fue extendiéndose por toda la Península. Las Crónicas antiguas citan a varios caballeros de este apellido que se destacaron por sus hazañas y actos de valor en la lucha contra los invasores árabes. Es muy posible que los antecedentes más lejanos, se remonten a la época del rey Pelayo y que el apellido Delgado venga de algún mote o apodo, hecho sumamente generalizado en los tiempos de referencia.

El tratadista Francisco Lozano dice sobre este apellido, Delgado que en Santander gozaron de privilegios de los reyes Alfonso VII y Sancho II, añadiendo que la fama por sus hechos bélicos de los Caballeros Cosme Delgado y Ruy Delgado, así como Arthur Delgado, los hicieron ser considerados como azote de la morisca.

Que los caballeros con este apellido se distinguieron por su dureza contra las huestes sarracenas, es evidente y basta con apelar al cronista Mendoza que afirma que Balasar Delgado, al hacer prisionero al moro Muza que pretendía asaltar Caspe, lo trató con suma crueldad, castigándole fieramente. Otro personaje célebre de este apellido fue el doctor Francisco Delgado, Obispo de Lugo que se hizo famoso no sólo en el campo de la religión y las letras, sino también como hombre de armas en las que era sumamente diestro. De él se citan numerosos hechos en los que se comportó como esforzado guerrero. En la provincia de Santander hubo casas de este apellido en el Valle de Toranzo en el lugar de Villaseril, en la ciudad de Santander y en la Villa de Laredo, con lo que queda plenamente demostrado su origen cántabro.

Y fue de estas casas de Santander de donde partieron las líneas que primero pasaron a León y luego se fueron extendiendo por toda la Península.

El apellido Delgado probó repetidas veces su nobleza en las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava y Carlos III.

ARMAS: En campo de azur, siete estrellas de oro puestas en palo de a cuatro y una en punta. Bordura de gules, con siete calderas de oro y otra segunda bordura de plata con la salutación angélica, en letras de azur: "Ave María gratia plena".

Delgado

Su origen hay que buscarlo en las montañas de Cantabria y que fue extendiéndose por toda la Península. Las Crónicas antiguas citan a varios caballeros de este apellido que se destacaron por sus hazañas y actos de valor en la lucha contra los invasores árabes. Es muy posible que los antecedentes más lejanos, se remonten a la época del rey Pelayo y que el apellido Delgado venga de algún mote o apodo, hecho sumamente generalizado en los tiempos de referencia.

El tratadista Francisco Lozano dice sobre este apellido, Delgado que en Santander gozaron de privilegios de los reyes Alfonso VII y Sancho II, añadiendo que la fama por sus hechos bélicos de los Caballeros Cosme Delgado y Ruy Delgado, así como Arthur Delgado, los hicieron ser considerados como azote de la morisca.

Que los caballeros con este apellido se distinguieron por su dureza contra las huestes sarracenas, es evidente y basta con apelar al cronista Mendoza que afirma que Balasar Delgado, al hacer prisionero al moro Muza que pretendía asaltar Caspe, lo trató con suma crueldad, castigándole fieramente. Otro personaje célebre de este apellido fue el doctor Francisco Delgado, Obispo de Lugo que se hizo famoso no sólo en el campo de la religión y las letras, sino también como hombre de armas en las que era sumamente diestro. De él se citan numerosos hechos en los que se comportó como esforzado guerrero. En la provincia de Santander hubo casas de este apellido en el Valle de Toranzo en el lugar de Villaseril, en la ciudad de Santander y en la Villa de Laredo, con lo que queda plenamente demostrado su origen cántabro.

Y fue de estas casas de Santander de donde partieron las líneas que primero pasaron a León y luego se fueron extendiendo por toda la Península.

El apellido Delgado probó repetidas veces su nobleza en las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava y Carlos III.

ARMAS: En campo de azur, siete estrellas de oro puestas en palo de a cuatro y una en punta. Bordura de gules, con siete calderas de oro y otra segunda bordura de plata con la salutación angélica, en letras de azur: "Ave María gratia plena".