Enríquez

Enriquez

Este linaje viene de una Casa Real. Se trata del infante don Enrique, hijo del rey Fernando II, "el Santo". Se cuenta que, perseguido por su hermano, el rey Alfonso "el Sabio", y habiendo solicitado asilo al rey don Jaime II, de Aragón, éste se lo negó por ser suegro de don Alfonso, por lo cual, al infante, no le quedó más remedio que pasar a África donde fue muy bien recibido por el rey de Túnez que estaba en guerra con algunos pueblos vecinos. Allí, las hazañas y los hechos heroicos del infante don Enrique, fueron de tal altura que, como siempre suele ocurrir, despertaron la envidia hacia él por los mismos moros a cuyo favor combatía que vieron en él un peligro, sabiendo, la alta estima en que lo tenía su rey. Crueles e implacables enemigos se unieron en contra suya, buscando su perdición por los medios que fuese, con tal de eliminarlo. Contribuía, además, a su forma de proceder, el hecho de que el infante era cristiano lo que, lógicamente, en unos fanáticos como ellos, fieles seguidores del profeta Mahoma, despertaba, aún más, su odio por infiel. Por tanto, conspiraron en contra suya con tanto ardor y saña que acabaron convenciendo al rey de Túnez que aquel hombre era un peligro y que además, si continuaba protegiéndole, incurriría en las iras del Profeta y de los santones que también se dieron en aconsejar la muerte del infiel. El rey acabó, finalmente, por dar su consentimiento para que el infante don Enrique fuera muerto. Pero no deseaban que ésta fuera una muerte rápida, sino que querían verlo padecer, por lo que idearon darle un final cruel. Éste consistió en soltarle dos fieros leones para que lo despedazaran y como deseaban verlo combatir, le dieron una espada. Fue más que suficiente para que don Enrique luchara con tanto valor que mató a uno de los leones y el otro huyó amedrentado. Después, como premio a su valentía, el rey de Túnez lo dejó libre para que regresara a su patria, si éste era su deseo. Por eso, en memoria de este suceso, el infante puso en sus armas dos leones sin corona, para diferenciarlos de los de León que están coronados.

ARMAS:

Dos leones rampantes de gules en campo de plata. Cortinado de gules y un castillo de oro aclarado de azur.

Enriquez

Este linaje viene de una Casa Real. Se trata del infante don Enrique, hijo del rey Fernando II, "el Santo". Se cuenta que, perseguido por su hermano, el rey Alfonso "el Sabio", y habiendo solicitado asilo al rey don Jaime II, de Aragón, éste se lo negó por ser suegro de don Alfonso, por lo cual, al infante, no le quedó más remedio que pasar a África donde fue muy bien recibido por el rey de Túnez que estaba en guerra con algunos pueblos vecinos. Allí, las hazañas y los hechos heroicos del infante don Enrique, fueron de tal altura que, como siempre suele ocurrir, despertaron la envidia hacia él por los mismos moros a cuyo favor combatía que vieron en él un peligro, sabiendo, la alta estima en que lo tenía su rey. Crueles e implacables enemigos se unieron en contra suya, buscando su perdición por los medios que fuese, con tal de eliminarlo. Contribuía, además, a su forma de proceder, el hecho de que el infante era cristiano lo que, lógicamente, en unos fanáticos como ellos, fieles seguidores del profeta Mahoma, despertaba, aún más, su odio por infiel. Por tanto, conspiraron en contra suya con tanto ardor y saña que acabaron convenciendo al rey de Túnez que aquel hombre era un peligro y que además, si continuaba protegiéndole, incurriría en las iras del Profeta y de los santones que también se dieron en aconsejar la muerte del infiel. El rey acabó, finalmente, por dar su consentimiento para que el infante don Enrique fuera muerto. Pero no deseaban que ésta fuera una muerte rápida, sino que querían verlo padecer, por lo que idearon darle un final cruel. Éste consistió en soltarle dos fieros leones para que lo despedazaran y como deseaban verlo combatir, le dieron una espada. Fue más que suficiente para que don Enrique luchara con tanto valor que mató a uno de los leones y el otro huyó amedrentado. Después, como premio a su valentía, el rey de Túnez lo dejó libre para que regresara a su patria, si éste era su deseo. Por eso, en memoria de este suceso, el infante puso en sus armas dos leones sin corona, para diferenciarlos de los de León que están coronados.

ARMAS:

Dos leones rampantes de gules en campo de plata. Cortinado de gules y un castillo de oro aclarado de azur.