La estirpe de la Casa Pascual
Su origen, historia y hechos
Ocurre que, como acertadamente señala el conocido tratadista Piferrer, existen palabras que, siendo originarias de determinado pueblo, al pasar de unos a otros, van transformándose a fin de adecuarse a las necesidades del idioma.
Pero también las hay que pasan de país a país casi con ninguna alteración, y algunos incluso iguales. Decimos esto porque al tratar del apellido Pascual nos encontramos ante un caso de esta naturaleza. ¿Cuál es el origen de esta palabra?
Sin duda, y así están de acuerdo los principales genealogistas, es oriental. «Pascha», «Pasca», «Pascua», sobre todo esta última en que aparece claramente el primitivo «Pasch» o «Pask», que, en lengua oriental, tiene su traducción por tránsito o pasaje y fue tradicionalmente utilizado por los israelitas para designar la fiesta que instituyó en recuerdo de su milagroso paso por el Mar Rojo, cuando se retiraron las aguas ante la invocación de Moisés a Jehová.
Pues bien, del judío «Pasch», vino el latino «Pascha», equivalente a la palabra castellana «Pascua». Y es de esta de la que quedó formado el adjetivo «Pascual», que, de acuerdo a la piadosa costumbre de la Iglesia de dar a los fieles el nombre de algún atributo del Señor, o alguna de sus tradicionales fiestas, vino a ser primero nombre propio y más adelante se convirtió en patronímico o apellido. Vemos, pues, que existen pocos apellidos de un origen tan remoto como el de Pascual, con el cual se han hecho merecedores de elogio muchos esclarecidos personajes de nuestra historia.
En los primeros tiempos de la llegada de los godos a España, cuando aún no se habían convertido al cristianismo, tres hermanos, conocidos por su piadosa conducta hacia la Iglesia de Cristo sufrieron el martirio: Pascual, Eutiquio y Paulislo, siendo este último un muchacho de poca edad, lo que no le evitó morir por su fe.
Una vez que los godos abrazaron la religión cristiana, tendría que venir una segunda prueba para los creyentes: la invasión de los musulmanes.
De los arzobispos que había en la ciudad de Toledo, mientras estuvo en poder de los moros, el último se llamó don Pascual que murió en 1.067, precisamente unos diecinueve años antes de que, el rey Alfonso VI, reconquistara la ciudad.
Pero no hay que cargar excesivamente las tintes sobre esta época; por lo general, los moros fueron bastante tolerantes, hasta el punto que, pasados los primeros momentos de su conquista, convivían las tres religiones, la mahometana, la cristiana y la judía en bastante buena concordancia.
En tiempos de don Alfonso «el Sabio», fue arzobispo de Toledo, don Domingo Pascual, que era sobrino de un noble caballero que se distinguió por su valor y arrojo en la batalla de las Navas de Tolosa.
Hubo también otros ilustres obispos de ese nombre: dos en Burgos; el primero, que se sepa, murió en el año 1.118, el segundo, que era religioso de Santo Domingo, fue elevado a la dignidad de Obispo por los Reyes Católicos, en el año 1.496.
En 1.285, el obispo de Córdoba, tenía por nombre Pascual, y lo mismo el de Jaén, en el año 1.255. Todo lo anterior quiere decir que Pascual, bien como nombre bien como apellido ya estaba muy difundido durante la Edad Media.
Por el año 998, un caballero llamado don Félix Pascual se distinguió por su valentía, que rayaba en la temeridad, en cuantas batallas intervino, al servicio del rey, don García Sánchez, de Navarra. Otro Pascual, Sebastián, se distinguió en la conquista de Jaén. Se dice que tal era su valor que bastaba que lo vieran los moros para que el desconcierto se apoderara de ellos. Por las crónicas hay constancia de que fue uno de los primeros en entrar en la población, haciéndolo sin mirar si era seguido por sus hombres de armas, tal era su empuje y valor.
Pero volvamos a su origen: Que se sepa, el principal y más antiguo solar de este linaje, estuvo situado en el valle del Zárate, junto a Ochandiano, en el Señorío de Vizcaya, desde donde fue extendiéndose a otros puntos de España.
Principalmente, el linaje Pascual se estableció en la Sierra de Cameros, en Aragón, Castilla, Navarra, Cataluña y Valencia.
Fue en la toma de Alicante, rescatándola del poder musulmán, donde se destacaron los caballeros de este linaje, hasta el punto que el rey Don Jaime, les concedió casas y ricas haciendas, como premio a sus acrisolados valor y lealtad demostrados a toda prueba.
Una de las ramas Pascual se estableció, pues, en la ciudad alicantina, en tanto que otra lo hizo en la Sierra de Cameros, siendo esta de tal distinción que emparentó con la casa real de Navarra, con la del Señorío de Vizcaya y con las casas más nobles de Valdeosera, en La Rioja, particularmente con la de Díez de Tejada, por el casamiento, en el año 1.648, de don Domingo Díaz de Tejada con doña María Pascual, abuela que fue de don Enrique Díaz de Tejada.
En las Islas Baleares existió también una ilustre casa del linaje Pascual, hasta fines del siglo XVIII. Hay referencia del padre Antonio Raimundo Pascual, un sabio monje cisterciense, que murió en el año 1.701 y que mantuvo constantes disputas científicas con el erudito padre Feijoo.
Dos papas ha habido de este nombre: Pascual I, romano, elegido en el año 817 cuando era abad de San Esteban. Tuvo grandes enfrentamientos con la nobleza de Roma e intervino en Oriente con motivo de la revuelta de los iconoclastas.
El segundo fue también italiano (Pascual II) de nombre Raniero.
Resultó elegido no sin lucha entre los cardenales. Una vez investido adoptó una postura intransigente contra los germanos, deponiendo a cuantos le habían aceptado (Troyes 1.109). Tuvo que intervenir el emperador Enrique V, a quien precisamente había coronado este Papa, se endureció la lucha y al final, no le valió de nada ser soberano Pontífice, porque el emperador lo hizo encarcelar, lo que le forzó a retractarse de cuanto había dicho.
Fue un buen apoyo para la Reconquista en España y trató de llegar a un entendimiento con Bizancio. Y nos queda una última referencia al gran arquitecto español Narciso Pascual y Colomer. No es muy conocido el hecho de que fuera él quien tomó parte en la construcción del Palacio de las Cortes, restaurara el exterior de la iglesia de San Jerónimo el Real y construyera bastantes edificios particulares para el Marqués de Salamanca. Su obra más famosa fue el Palacio de Vista Alegre.
Como armas traen: Escudo cuartelado: lº y 4º; de sinople y un cordero de plata que lleva una bandera de lo mismo cargada de una cruz de gules y a los pies del cordero, una fuente. 3º y 4º; de azur y dos castillos de oro sobre una peña y entre ellos una estrella de oro. Bordura de este metal con este lema: SUB CUJUS PEDE FONS VIVUS EMANAT.