Aguayo

Aguayo

La tradición de este apellido lo lleva a situarse entre los compañeros de don Pelayo en la cueva de Covadonga. Los de este linaje afirman que ni en ilustres alianzas, ni en nobleza y antigüedad cede su casa a ninguna de las cualificadas de España. Como en no pocos apellidos, algunos han buscado el origen del mismo en un hecho o suceso acaecido a un miembro de este linaje.

Así llega a afirmarse que en un combate contra los moros, el rey don Pelayo cayó a las revueltas aguas de un río llamado Devás y que viendo lo que ocurría, un valiente godo se echó al cauce y nadando desesperadamente alcanzó al caudillo, al que salvó de perecer ahogado. Y cuando don Pelayo, le manifestó su admiración por el arrojo efectuado, el noble godo le respondió: "En servicio de vuestra alteza no temo el agua yo". De cuyas dos últimas palabras se formó el apellido Aguayo.

Dejando aparte lo que no pueden ser otra cosa que conjeturas, la realidad histórica señala que el más antiguo solar de esta noble casa estaba en el lugar de Moñedo, valle de Iguña, en las montañas de Santander; se trata, pues, de apellido de ascendencia cántabra.

Las noticias más fehacientes nos llevan hasta el siglo XIII: en efecto, por estas fechas, consta que un ricohombre llamado Fernán Aguayo fue uno de los conquistadores de Úbeda y Baeza, donde como premio a su valor entró en la repartición de tierras.

Su hijo, Diego Fernán de Aguayo, señor de la torre de Aguayo, se distinguió notablemente en la toma de Córdoba y Ecija, siendo el primero en esta última que enarboló el pendón real. Su hijo y descendiente don Gutierre de Aguayo se avecindó en Córdoba donde casó con doña Elvira de Temes, dando lugar a una de las líneas andaluzas de este apellido.

ARMAS:

Escudo de plata, tres fajas de azur, ondeadas. Bordura de oro y ocho calderas de sable.


Aguayo

La tradición de este apellido lo lleva a situarse entre los compañeros de don Pelayo en la cueva de Covadonga. Los de este linaje afirman que ni en ilustres alianzas, ni en nobleza y antigüedad cede su casa a ninguna de las cualificadas de España. Como en no pocos apellidos, algunos han buscado el origen del mismo en un hecho o suceso acaecido a un miembro de este linaje.

Así llega a afirmarse que en un combate contra los moros, el rey don Pelayo cayó a las revueltas aguas de un río llamado Devás y que viendo lo que ocurría, un valiente godo se echó al cauce y nadando desesperadamente alcanzó al caudillo, al que salvó de perecer ahogado. Y cuando don Pelayo, le manifestó su admiración por el arrojo efectuado, el noble godo le respondió: "En servicio de vuestra alteza no temo el agua yo". De cuyas dos últimas palabras se formó el apellido Aguayo.

Dejando aparte lo que no pueden ser otra cosa que conjeturas, la realidad histórica señala que el más antiguo solar de esta noble casa estaba en el lugar de Moñedo, valle de Iguña, en las montañas de Santander; se trata, pues, de apellido de ascendencia cántabra.

Las noticias más fehacientes nos llevan hasta el siglo XIII: en efecto, por estas fechas, consta que un ricohombre llamado Fernán Aguayo fue uno de los conquistadores de Úbeda y Baeza, donde como premio a su valor entró en la repartición de tierras.

Su hijo, Diego Fernán de Aguayo, señor de la torre de Aguayo, se distinguió notablemente en la toma de Córdoba y Ecija, siendo el primero en esta última que enarboló el pendón real. Su hijo y descendiente don Gutierre de Aguayo se avecindó en Córdoba donde casó con doña Elvira de Temes, dando lugar a una de las líneas andaluzas de este apellido.

ARMAS:

Escudo de plata, tres fajas de azur, ondeadas. Bordura de oro y ocho calderas de sable.