Historia de la heráldica y de la Genealogía.
Como tronco principal de la ilustre familia del conquistador don Pedro de Valdivia, se cita a don Alonso de Valdivia, Señor del valle de este nombre, que floreció en tiempos del rey don Alfonso Xl, quien le dio su confianza y un lugar prominente en su Consejo.
Este apellido se halla escrito unas veces con «b» y otras con «v», Valdibia o Valdivia; derivado de Val de Ibia, esto es, el Valle de Ibia, lugar donde radicó el antiguo y principal solar de este linaje. A este respecto existe una tradición que, intenta revelar el valor de los varones de este ilustre apellido.
Se dice que por aquellos parajes vivía una enorme serpiente, un reptil descomunal que campaba por sus respetos en todo el valle, llenando de horror toda aquella comarca.
Era en vano que una y mil veces sus vecinos se hicieran firme y valiente propósito de buscarla y darle muerte. Apenas la divisaban, huían despavoridos y aterrados. Hasta que un día, el Señor de Valdivia, harto ya de aquel huésped indeseable que despertaba tan enorme pánico en sus vasallos, hasta el punto de que los campos se encontraban abandonados y sin cultivar ya que no se atrevían a salir a labrarlos, decidió acabar de una vez y para siempre con la sierpe.
A tal fin, reunió a todos su vasallos y colocándose al frente de ellos acompañado por su siete hijos, salió a buscarla. Una vez que le dieron vista, a ella se fueron los Valdivia, sin dejar que el temor anidara en su pechos.
Pero la descomunal serpiente, como si adivinara la intrépida bravura de aquellos valientes enemigos, los evitó, atacando, por el contrario, a los vasallos que les seguían, a los que causó grandes pérdidas, haciendo huir despavoridos a los sobrevivientes.
Luego, se enfrentó a los Valdivia y en el combate cayeron muertos algunos bravos de los siete hermanos. Entonces, el más joven de estos, preso de la furia y ansiando tomarse cumplida venganza, se armó de su puñal y un tronco rugoso de roble.
Al galope de su caballo, dejó atrás a cuantos le seguían y ya ante la serpiente cuando esta abrió su horrible y enorme boca metió en ella, a manera de cuña, el tronco. En tanto el reptil se debatía, metió mano al puñal y le asestó tan terribles tajos que acabó cortándole la cabeza.
Regresaron los vasallos, alborozados, con enorme alegría, aclamando a su señor, pero otra vez huyeron aterrados cuando apareció, sorpresivamente, otra enorme serpiente, sin duda la compañera de la que yacía muerta.
Salió de una sombría caverna y acudía terriblemente furiosa. Pero el joven Valdivia, valientemente, no se echó atrás, le presentó cara y hábilmente con la sola ayuda de su puñal, dio muerte asimismo al segundo monstruo.
Enterado de la hazaña, el rey otorgó al joven Valdivia, la merced de que agregara a sus armas un rugoso tronco de árbol en cuvo extremo, mordiéndole. figurasen cabezas de las dós serpientes.
Por lo general, en este escudo se pintan cabezas de dragones para dar mayor idea de la fuerza y monstruo.
De doña Leonor de Guzmán y Valdivia, descendió el rey don Enrique II, con anterioridad Conde trastamara.
De este ilustre linaje de los Valdivia desciende don Pedro de Valdivia, compañero de Pizarro en la conquista del Perú y fundador de la ciudades de Valdivia la Concepción, Santiago y otras, por haber sido el Capitán General de Chile y virtual conquistador de estas tierras.
Nació Pedro de Valdivia en Villanueva de la Serena en el año 1.497 y tras participar, siendo muy joven en las campañas de Italia, pasó a las Indias en el año 1.535. Como maestre de campo del conquistador Francisco Pizarro, participó en la lucha contra Diego de Almagro en la batalla de Las Salinas. Ajusticiado Almagro, que perdió dicha batalla, Pizarro le encomendó la expedición a Chile, junto con Pedro Sánchez de Leoz, quien renunció, dejando a Valdivia como único jefe de la misión.
Este partió de Cuzco a comienzos del año 1.540, atravesó el desierto de Atacama, y en el valle de Mapochó procedió a la fundación de Santiago del Nuevo Extremo, el 12 de febrero de 1.541.
Desde allí, ya que convirtió Santiago en el centro de nuevas operaciones y conquistas, intentó ampliar el territorio ya dominado, pero los indígenas atacaron la recién creada villa,destruyéndola, de modo que tuvo que ser reedificada.
Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, a Valdivia no le quedó más remedio que pedir refuerzos a Perú, y una vez que estos le fueron enviados, continuó sus exploraciones, fundando la ciudad de La Serena, en 1.544. Confiando en la ayuda recibida y dejando el gobierno en manos de Francisco de Villagra, regresó a Perú y lo hizo a tiempo de intervenir en las luchas entre Gonzalo Pizarro y el virrey La Gasca.
Unido al bando de este último, entendiendo que representaba con toda legalidad la Corona de España y entendiendo como rebelde a Gonzalo Pizarro, colaboró activamente en la victoria de Jaquijaguana (año 1.548), lo que le valió que La Gasca, en agradecimiento por su ayuda, le nombrara gobernador de Chile. A su regreso a este país, se encontró con un panorama desolador. Los indios habían destruido buena parte de sus fundaciones, por lo que tuvo que tornar a edificarlas.
Hecho esto, tornó a emprender la marcha hacia el Sur. Entre los años 1.550 y 1.552 procedió a la fundación de nuevas ciudades: Concepción, Valdivia, Villarica y Los Confines, así como los fuertes de Arauco, Tucapel y Puren.
Por este tiempo envió a Jerónimo de Calderete a España, para dar cuenta a la corona de los nuevos territorios conquistados, al tiempo que ordenaba una expedición a Tucumán mandada por Francisco Aguirre y otra hacia el mar llevando como jefe a Francisco de Ulloa, en dirección hacia el estrecho de Magallanes.
Esta dispersión de tropas animó a los nativos, los araucanos, que no habían aceptado de buen grado la dominación de los españoles, para rebelarse acaudillados por Lautaro.
La situación era muy grave, porque Valdivia era consciente de la debilidad militar en que había quedado. Tan sólo tenía a su mando un pequeño grupo de soldados y, sin embargo, no vaciló saliendo al paso de los insurgentes, en la confianza de que sus dotes de experimentado militar le harían vencer.
Su primera intención fue la de proteger los fuertes, llegando hasta Tucapel, focode la rebelión. Allí, la enorme superioridad numérica del enemigo le hizo conocer, por primera vez en su vida, la derrota. Los araucanos vencieron en toda la línea y así murió un gran número de españoles, entre ellos el propio Valdivia.
Terminó así la vida de uno de los más ilustres conquistadores españoles, pero quizás encontró el final que él hubiera deseado, con la espada en la mano y luchando contra los enemigos.
Habrá que decir que, en memoria del su fundador, la ciudad de Santiago de Chile, elevó una estatua en su honor.
Armas de Pedro de Valdivia.
Estatua equestre, en bronce, obra del escultor español Pérez Comendador, que en la ciudad de Santiago de Chile, capital de la actual república, homenajea al que fue su fundador, Pedro de Valdivia.