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Salamanca

Escudo de Salamanca

Escudo calzado: jefe de plata con dos cabezas de perro afrontadas: primero, de oro y cuatro palos de gules, bordura de azur con ocho cruces potenzadas de plata; segundo, de plata, un puente de oro puesto sobre ondas de azur y plata, sumado de un animal de sable y de un árbol de sinople.

Heráldica Geográfica

Las Armas de Salamanca

Se dice de Salamanca que es una de las poblaciones que cuenta con mas antigüedad de España. Algunos atribuyen su fundación a Teucro, hijo de Telamón, rey de Salamina, sin otro fundamento sin duda que la analogía entre los nombres Salamanca y Salamina.

Así lo refleja el conocido autor don Francisco Piferrer, indicando su escepticismo al respecto. Añade que ya en tiempos de los cartagineses era ciudad de mucha importancia y que se halla designada en los geógrafos antiguos, con varios nombres, más o menos parecidos, tales como «Helmonóndica», «Helmantica», «Salmatis», «Galmadice», «Salmantida», «Salmática» y «Salmantica», pareciendo este último el más propio, del cual ha procedido sin duda Salamanca.

Los datos históricos señalan que la antigua «Helmatike» o «Salmantica», estaba situada en una zona dominada por las tribus de los arevacos y los vacceos.

La llegada de los romanos significó una serie de guerras contra estas tribus, hasta que el superior poderío de las legiones romanas, se fue imponiendo sobre las levantiscas tribus hispanas.

Los episodios de Numancia y el caudillo Viriato, son datos más que suficientes para demostrar la indomable resistencia que iberos y celtíberos ofrecieron a los invasores. Pacificada la Península, a excepción de la zona norte donde cántabros y vascones continuaron su obstinada resistencia, la población se convirtió en un importante nudo de comunicaciones.

De esta época se conservan en Salamanca importantes huellas, entre ellas el famoso puente romano. De la época visigoda parece que no hay gran cosa que señalar en la historia de Salamanca. Pero, con la llegada de los árabes a la Península, estos consiguieron la ocupación de la ciudad con gran facilidad. Pero esto no significó la paz para Salamanca: por el contrario, pasó varias veces de manos cristianas a musulmanas y le tocó sufrir las consiguientes devastaciones y saqueos, hasta que, con la conquista de Toledo por los cristianos, pareció que su situación iba a establecerse.

No obstante, antes tuvo que sufrir las sucesivas situaciones a las que antes nos hemos referido, unas veces, Abderraman III, en manos de los moros y otras, Alfonso I, en la de los cristianos.

Más tarde, Ramiro II, la perdió ante el avance del caudillo árabe Almanzor, que la devastó. Todos sus males procedían de su situación fronteriza, que hizo que tras todas estas vicisitudes, la población quedara totalmente arruinada.

Alfonso VI, ante la desvastación, encargó su reconstrucción, así como su repoblación al Conde Raimundo de Borgoña. Dicha repoblación se llevó a cabo con gentes de regiones muy diversas, que se repartieron las antiguas ruinas, para levantar nuevos edificios, así como las tierras. Serranos y francos prefirieron establecerse dentro de la ciudad, mientras que castellanos, portugueses y gallegos ocuparon las partes circundantes.

Se edificó la catedral a la que se dotó con importantes rentas y la redacción de su Fuero se llevó a cabo durante los reinados de don Alfonso VIII y Alfonso IX, quien en el año 1.200 creó la Universidad, confirmada por Real Cédula de Fernando III en 1.244, Universidad que, con el paso del tiempo, habría de alcanzar gran nombre y tradición.

Al estallar el cisma religioso de Occidente, el rey Juan I, por la Declaración de Salamanca, se mostró partidario del Papa Clemente VII, es decir, por los Pontífices de Aviñón.

Durante todo el siglo XV, Salamanca se convirtió en escenario de las violentas rivalidades de las familias nobles, que acabaron por repartirse la ciudad en dos bandos: el de San Benito y el de Santo Tomé.

Como resultado del auge de la Nesta, la ciudad se convirtió en un centro de primer orden de la industria lanar, es decir, textil, y exportadora de lana.

Ello contribuyó a que Salamanca conociera una época de fuerte desarrollo, lo que se tradujo en su demografía, aumentando grandemente el número de sus habitantes.

Al producirse el movimiento de los Comuneros castellanos contra Carlos V, Salamanca, como gran centro exportador de lana, temiendo por la pérdida de su comercio ante los privilegios de los exportadores laneros, se sumó a dicho movimiento contra las pretensiones de Carlos V y el centralismo que dicho Emperador representaba.

De todos modos, la derrota de los comuneros no pareció afectarle demasiado, en el siglo XVI, la ciudad vivió la época de su máximo esplendor demográfico y universitario.

Se calcula su población por aquellas fechas en unos veinte mil habitantes, de los cuales más de siete mil eran estudiantes que acudían ante el enorme prestigio de la Universidad salmantina.

La crisis castellana iniciada en 1.600, repercutió también en Salamanca, que vió descender su población hasta los doce mil habitantes. Este lento decaer se prolongó hasta 1.700, fecha en que se inició su recuperación.

Pero en el paréntesis, se había llevado a efecto la construcción de famosa Plaza Mayor, la más grande de España.

Durante la Guerra de la Independencia fue ocupada por las tropas francesas del mariscal Soly pero, al contrario de otras poblaciones, se libró del saqueo y la desvastación. La Batalla de Salamanca produjo su liberación y durante el siglo XIX, la construcción de Medina del Campo y el vecino país, Portugal permitieron la revitalización de la ciudad.

En lo que se refiere a arte, no disponemos del espacio suficiente para detallar cuantos monumentos atesora esta ciudad. Es de las ricas en monumentos, existentes en España y con eso creemos que queda dicho todo.

Salamanca fue también el escenario donde se llevó a cabo el llamado «Tratado de Salamanca», por el cual se pusieron de acuerdo la reina doña Juana de Castilla, apodada «la Loca», su esposo Felipe «el Hermoso» y el padre y suegro respectivamente de ambos, el rey Fernando el Católico. Allí se convino el gobierno conjunto de los tres en los reinos de Castilla y León. Juana y Felipe serían reconocidos como Reyes y Fernando como gobernador perpetuo. Otras clausulas posteriores fueron las que declararon a doña Juana incapacitada para gobernar y así Fernando asumiría el poder, cada vez que Felipe se encontrara ausente de España.

En lo que a la provincia se refiere, Alba de Tormes, denominada así, «de Tormes» por estar situada en la margen derecha del río de este nombre, que cuenta con una fundación que algunos atribuyen a los judíos venidos con Nabuconodosor. Así lo indica don Francisco Piferrer, en su obra «Reinos y Señoríos de España», añadiendo que esto sucedió después de la ruina de Jerusalén.

Con todos los respetos que nos merece el conocido tratadista, en lo que a nosotros respecta, somos bastante escépticos ante esta opinión. No nos consta, ni en documento alguno fiable se encuentra la llegada de Nabuconodosor a España. Ni que sepamos, el rey asirio tenía mucho que ver con los judíos.

Se le nombró Alba que quiere decir «subida y prevaricación», lo que tampoco acabamos de entender. ¿Quiénes subieron y quiénes prevaricaron?. Más lógica parece ser la versión que atribuye su fundación a los romanos. En esta villa vivió Santa Teresa de Jesús en cuyo tiempo, y para su memoria, se edificó el convento de las Carmelitas Descalzas en el año 1.570. Y fue también en esta villa donde falleció la Santa en fecha 19 de octubre de 1.582.

Ciudad Rodrigo, para la descripción de esta ciudad, nos vamos a guiar de lo que sobre ella escribió el historiador Méndez Silva: «Ciudad Rodrigo, una de las vistosas, alegres, regaladas de España, está situada a cuatro leguas distante de la raya de Portugal, orillas del río Agueda. Fundola el rey Brigo, años del mundo criado 2.064, antes del nacimiento del Señor, llamándola «Meróbriga». Después, este nombre se mudó en «Augustobriga», del Emperador Augusto César, que debió ampliar y hacer municipio. Compruébalo una piedra antigua hará ochenta años descubierta, escrita: H.P.CA.T.S. INT.C.AUG.ETF, y conforme al Maestro Juan de Casaola, premostatense, que escribe la historia de esta ciudad con grande erudición, el cual me las comunicó, se descifran así: «In pacis causatperminos fit inter civilaten Augustam, etc. fon. tem, etc».

Béjar, ciudad de cuya historia comenzamos a tener noticias a raíz de su reconquista y repoblación en la segunda mitad del siglo XII, por el Rey Alfonso VII, de Castilla, que pasó en herencia en el año 1.304, al infante don Alfonso, a cambio de la renuncia de sus derechos al Trono. Durante el reinado de don Enrique III, «el Doliente», (1379-1406), Béjar tornó a la Corona y este Monarca la otorgó a su Mayordomo don Diego López de Zúñiga. En las «Relaciones» de 1.785 aparece esta ciudad como Señorío secular de la provincia de Salamanca. Es una población que cuenta con restos de su pasado, como fortificaciones medievales y varias iglesias, entre las que sobresale la de Santa María (siglo XIII); la de San Juan, que es gótica y la de El Salvador, correspondiente al siglo XIV. El antiguo castillo fue reedificado en el siglo XVI como palacio de los Duques de Béjar. El Ayuntamiento es también antiguo, correspondiendo su edificación al siglo XVI.

Ledesma, villa situada en una colina, a la margen izquierda del río Tormes, población muy conocida por sus antiguos baños romanos, situados a unos siete kilómetros de la villa. De su época medieval conserva sus murallas, restos del castillo de los Duques de Alburquerque y el puente sobre el río Tormes. Los restos románicos de la Iglesia de San Miguel. La iglesia de Santa María, del siglo XIII, alberga diversos sepulcros góticos.

El río Tormes baña los aledaños de la histórica ciudad de Salamanca, sede de una de las más antiguas universidades de Europa, en donde fray Luis de León pronunció la famosísima frase «decíamos ayer».