Escudo de Palencia
Escudo cuartelado: primero y cuarto de azur, una cruz vacía flordelisada, de oro; segundo y tercero, de gules, castillo de oro aclarado de azur.
Heráldica Geográfica
Las Armas de Palencia
De prestar el debido crédito a lo que dice, a nuestro juicio, no muy acertadamente, con respecto a esta ilustre ciudad, el prestigioso autor y tratadista, don Francisco Piferrer, en su conocida obra «Reinos y Señoríos de España», la fundación de la ciudad de Palencia la llevó a efecto un rey llamado Palatuo, en fecha de 265 años antes de la Era Cristiana.
Naturalmente, tal erudito autor, no se hace garante de esta versión; se limita a reproducirla indicando que en efecto parece tratarse de una ciudad muy antigua y que se conoció en remotos siglos con los nombres de Palantia, o Palancia, que fue mudando a Palencia, siendo muy pocos los nombres geográficos anteriores que se conocen al afecto.
Palencia ciudad está situada en Tierra de Campos, junto al río Carrión, no lejos del Pisuerga, emplazada en las altas terrazas de la ribera. Los romanos conocieron la población con el nombre de Palantia o Pallantia y fue una población que desempeñó un importante papel en las guerras numantinas, (asedios de 151 y 137 años antes de Cristo).
Numancia, la famosísima Numancia, ciudad de los arevacos entró en conflicto bélico con Roma por haber acogido a los supervivientes de la atacada ciudad de Segeda lo que, en realidad, tan sólo fue un pretexto de los romanos para atacar la población de Numancia, rompiendo el pacto establecido con ella por el cual se le garantizaba su independencia.
Lo que ocurrió ya lo cuenta la historia; las sucesivas derrotas que los numantinos infligieron a las legiones romanas hasta que estas, acaudillados por Escipión, rindieron a la ciudad por hambre, prefiriéndo sus habitantes darse muerte antes de rendirse a los romanos.
Cuando antes indicamos que Pallantia desempeñó un importante papel en estas guerras es porque los romanos tomaron a esta ciudad como centro de sus operaciones contra Numancia.
Bajo la administración romana, Palencia quedó englobada en el «conventus» de Clunia. Más tarde, con la dominación visigoda y la expansión del cristianismo, experimentó un estimable crecimiento, al tiempo que era elevada a la categoría de sede episcopal.
Con la llegada de los invasores musulmanes, procedentes de la bereberia, Palencia tuvo que sufrir los ataques continuos de las huestes musulmanas que acabaron por arrasarla casi por completo, con lo que, lógicamente, al huir sus habitantes, quedó despoblada.
Los sarracenos no parecieron conceder excesiva importancia a la población, por lo que una vez reconquistada por Sancho «el Mayor», de Navarra, este dió órdenes para que fuera reconstruida y repoblada, al tiempo que restauraba la sede episcopal.
De la importancia de la diócesis palentina puede bastar el definitivo dato de que durante el siglo XII se celebraron allí dos Concilios, en los años 1.113 y 1.124.
En el año 1.208 se creó el Estudio General de Palencia, que fue el primer centro universitario de la España cristiana, más tarde transferido a Salamanca.
El Rey Alfonso X, dotó a la villa de Palencia de un Fuero que colaboró el incremento industrial y demográfico de la ciudad, convirtiéndose en un centro comarcal de la Mesta de primer orden.
Durante los siglos XVI y XVII su más floreciente industria fue la de los paños, cuyos productos se vendieron primero por la región y paulatinamente fueron extendiéndose no sólo por España, sino que se exportaron a América, lo que redundó en un período de esplendor para la ciudad palentina.
Al tiempo, la feria de Medina del Campo alcanzó también enorme importancia, lo que hizo que a lo largo del siglo XVI la población sufriera un gran aumento: de 7.000 habitantes que tenía en el año 1.530 pasó a más de 15.000 en 1.594.
Pero la crisis económica general que afectó a Castilla, influyó también, consecuentemente, en Palencia que en el año 1.646 vio cómo su población descendía hasta llegar a menos de siete mil habitantes.
Palencia se recobró de esta crisis a partir del siglo XVIII y desarrollándose tan rápidamente que en el siglo XIX, ya pasaba, con mucho, de los veinte mil, sus habitantes.
En lo que se refiere al arte, Palencia cuenta con una construcción muy antigua, la Cueva de San Antolín, del siglo VII. Sobre ella fue construida la catedral, sobre el año 1.321, finalizando las obras en el año 1.516.
En lo que se refiere a la provincia, tenemos primeramente Aguilar de Campoo. Las noticias que se tienen de esta villa que merezcan alguna consideración histórica no van más allá del siglo X. Por todo lo anterior, reina el confusionismo que se traduce en distintas opiniones sobre su fundación. Los más, la atribuyen a los godos, aunque no faltan las discrepancias a este respecto.
Florian Ocampo, por ejemplo, afirma que esta villa puede ser la antigua Brigantium, o Iluobriga; Orgaz y Sosa, se inclina por una fundación romana a la que llama Octaviana; el Maestre Flórez coincide con esta apreciación; Cortés, por el contrario, opina que Aguilar corresponde a una población muy antigua a la que designa con el nombre de Amoka.
Pero todas estas múltiples opiniones no pasan de ser meras conjeturas y, a juicio del mencionado tratadista don Francisco Piferrer, son tan aventuradas y deleznables que solamente se apoyan en los puntos geográficos que pudieron ocupar dichas poblaciones, o en alguna posible analogía de los nombres. De atenerse a datos más verídicos, parece ser que la fundación de Aguilar de Campoo data de un Monasterio de la Orden de San Benito que hubo en la comarca y en cuyos antiquísimos documentos, consta que la villa fue fundada a principios del siglo XI, leyéndose en dichos documentos que por los años 522 estando cazando un Caballero llamado Alino y persiguiendo un jabalí herido, llegó hasta Peñalonga, donde encontró, por esta casualidad, dos ermitas desiertas.
Habiéndoselas enseñado a un hermano suyo llamado Opila, que era presbítero, éste, poseído de pronto de una gran veneración hacia aquellos abandonados santuarios, sintió el deseo de oir cantar en ellas salmos, himnos y alabanzas al Señor y pareciéndole sano y agradable el territorio, invitó a unos piadosos labradores a fijar, en aquellas tierras, su morada y procedió a edificar, con la ayuda de aquellas gentes, el monasterio que dió origen a la villa.
El rey Alfonso VIII la engrandeció y es por eso que se atribuyera a dicho monarca su fundación. Los Reyes Católicos concedieron a esta villa el título de Marquesado que recayó en la persona de don Garci Fernández Enriquel y en 1.517 el emperador Carlos V, a su llegada a España, procedente de Flandes, fue recibido en ella con gran magnificencia, siendo obsequiado con grandes fiestas populares. Carrión de los Condes: He aquí como el historiador Méndez Silva se refiere a esta población en su «Población General de Espana»: «Yace a lo último de los Campos, la villa de Carrión, cognominada de los Condes, por los muchos que la dominaron. Sitio amable, tendido, apacible, y saludable, teniendo al Norte, a cuatro leguas, la villa de Saldaña, al Oriente, a catorce, la Ciudad de Burgos, al Mediodia, a siete, la ciudad de Palencia y León, al Poniente, a dieciséis.
Es villa que ha producido ilustres varones en santidad y ciencia. Aquí se celebró un Concilio en tiempos de Honorio II, al cual asistió su legado Umberto.
Fue antiguamente Condado, del que gozaron don Gonzalo y sus hijos Diego González y Fernán González, yernos del Cid Campeador los cuales cometieron alevosía con sus mujeres.
Dió el rey Alfonso sentencia y salieron a lidiar ambos dos y su tío Suero con otros tres de parte del Cid, que fueron Pedro Bermúdez, Martón Antolínez y Nuño Bastos; los cuales se combatieron en esta villa en el año 1.096, estando presente el rey y toda su corte.
Saliendo vencidos los Condes de Carrión y declarados por alevosos, quedó esta villa desde entonces a la Corona Real…»
Dueñas, de la cual, de acuerdo a las opiniones más generalizadas, se dice que fue fundada por los celtas.
Pero, sobre esto, no se tiene la debida constancia histórica por lo que las primeras noticias nos llegan del tiempo de la dominación romana, los que le dieron el nombre de Eldana.
Al producirse la invasión musulmana en España, los moros determinaron arrasarla, lo que hicieron, dejándola desierta y hasta que no fue reconquistada por el rey don Alfonso III, de Aragón, no fue repoblada por Orden del citado monarca.
Grajal, cuya población se tiene por cierto que fue fundada por los romanos y fue Tiberio Graco quien lo hizo, 177 años antes de la Era Cristiana. La nombró «Graja» que con el tiempo se convirtió en la actual Grajal.
Torquemada, de la que nada se sabe a ciencia cierta sobre quienes pudieron ser sus primeros habitantes.
Se la tiene por muy antigua, por lo que, posiblemente, su fundación se debe a los Celtíberos. Lo que sí se sabe es que ya era citada por Tolomeo con el nombre de «Astraca».
En la parroquia de Santa Eulalia, de la población de Paredes de Nava, se conserva esta tabla de Pedro Berruguete, fracción del retablo construído en 1.486.