Escudo de Málaga
De gules, un castillo de oro, cimadas sus dos torres con una figura masculina y otra femenina, al pie un poblado puesto sobre aguas de azur y plata. Bordura general partida, la mitad diestra de púrpura componada con el yugo y las flechas, de oro; la mitad siniestra de sinople, componada con el yugo y las flechas, de oro.
Heráldica Geográfica
Las armas de Málaga
Sobre la fundación de Málaga existen pocas dudas; lo fue por los fenicios en el año 521 antes de la Era Cristiana, dándole el nombre de Málago, que parece ser era el de su caudillo. La llegada posterior de los griegos alteró el nombre que se quedó en Wenance. Después fue dominio de los cartagineses que la llamaron Maharbal.
Afirman algunos que antes se decía Villaviciosa y como de aquí saliese embarcada a Ceuta la infausta Caba en compañía del pérfido conde don Julián, su padre, por la puerta que sale a la marina (hoy tapiada), se fue pegando a la ciudad el nombre de Mala-Caba y corrompiéndose en Málaga.
Lo anterior es un extracto de la descripción de Málaga que se lee en la obra «Población General de España» de Méndez Silva y que, a su vez reproduce don Francisco Piferrer en «Reinos y Señoríos de España», aunque añade: «de todas las opiniones nos parece ésta la menos admisible. Por pasar por un punto y especialmente por una ciudad tan importante como Málaga, una mujer más o menos mala, no hay motivo para que se pegue su nombre a la ciudad por donde pasa; cuanto más que la infortunada Florinda, llamada por los moros «la Caba» tal vez fue menos mala que desgraciada; la maldad fue la de su padre el conde don Julián. Pasaríamos también por alto otra opinión que consiste en decir que Málaga significa «ciudad de los salazones», por los ricos escabeches que en ella se preparaban, si no la viéramos consignada por autores acreditados. Por nuestra parte opinamos que Málaga es un nombre primitivo oriental, con el cual ha sido siempre designada esta ciudad, compuesta de las radicales «MA» (grande), «LA» (aguas) y «CA» o «GA» (ciudad), es decir «grande ciudad sobre las aguas».
Esta es la opinión del citado don Francisco Piferrer. Por cierto, y como se habla de Florinda, «la Caba» y del pérfido conde don Julián, quizás no estaría de más aclarar en que consitió la perfidia de éste. Resulta que, según ciertas crónicas, el rey don Rodrigo, enamorado de la belleza de Florinda, la hija del conde y como esta no hiciera caso a sus deseos lujuriosos, la violó. Tal afrenta motivó que, el conde, como venganza, se pusiera de acuerdo con los moros para facilitarles la entrada en España y, derrotando a Rodrigo, como así sucedió, hicieran pagar caro a aquel rey la vileza cometida con su hija.
Dejando aparte crónicas y leyendas más o menos verídicas, lo que sí puede afirmarse es que, efectivamente, Málaga fue fundada por los fenicios. Que dependió posteriormente de Cartago y fue conquistada por Roma a finales del siglo III a. de J.C.
Bajo el dominio romano, la ciudad conoció un próspero desarrollo como importante centro comercial. Sin embargo, las invasiones de los bárbaros acabó arruinando a la antigua ciudad fenicia, que cayó en poder de los bizantinos en el año 551. Más tarde, en el 570, fue conquistada por los visigodos que la incorporaron a su Reino de Toledo. Iba recobrando su anterior esplendor cuando se produjo la invasión musulmana. En esta época, Málaga languideció y durante los comienzos de la Alta Edad Media no sobresalió de manera muy particular e incluso pasó dificultades muy graves, dados los ataques que los Vikingos desarrollaron a lo largo de la costa andaluza, por el año 844, hasta el punto que la ciudad fue saqueada en el 860. No obstante, ya comenzado el siglo X tornó a ser una de las poblaciones más importantes del Sur de la Península. En el año 1.009 se sublevó contra la dominación de los bereberes y algunos años más tarde (1.036) se constituyó en el Reino Taifa de Málaga, fusionándose en 1.057 con el de Granada.
Por esta circunstancia, Málaga se convirtió en el primer puerto del Reino de Granada. Floreció en el comercio, estableciéndose en ella numerosos mercaderes, la mayoría genoveses.
Hacia 1.470, Málaga se enfrentó a Granada y ante el último empuje de la Reconquista, optó por someterse a los Reyes Católicos, lo que le evitó una guerra y ser tomada por la fuerza de las armas.
Durante todo el siglo XVI su situación continuó siendo muy próspera, y en el XVII, su puerto se convirtió en una de las principales vías de salida de la lana castellana. Si se añade a ésto que el emperador Carlos V ordenó construir un arsenal y una fábrica de cañones, se comprende fácilmente que la industria y el comercio malagueño fueran en aumento.
La crisis del siglo XVII arrastró a la economía malagueña hasta que en el siglo XVIII, como consecuencia de la nueva política comercial de los Borbones, la ciudad comenzó a recuperarse. En 1.761 su puerto fue autorizado a exportar seda y en 1.765 fue abierto al tráfico con las colonias americanas.
En el siglo XIX apareció un importante núcleo de una naciente burguesía industrial, a cuya cabeza estaban los Heredia y los Lario, fruto de cuya actividad fue la creación del primer alto horno de España en Marbella alimentado con carbón vegetal. Habrá que decir que con anterioridad se produjo un hecho bastante lamentable: a causa de su expansión demográfica, en 1.788, fueron derribadas las murallas medievales con lo que se privó a la posteridad de un importante monumento del pasado.
En 1.866 Málaga ya contaba con cuatro altos hornos, industria a la que se sumó la textil algodonera, con lo que su población experimentó un nuevo crecimiento. No obstante, era evidente que su siderurgia no iba a poder competir con la vizcaina y la asturiana que utilizaban una técnica muy superior, con lo que la malagueña entró en rápida decadencia hasta su total desaparición en el año 1.873.
Todo lo que viene después es ya practicamente el período que está cercano en el tiempo. La aparición del proletariado urbano, fuertemente sujeto a la agitación, que vino a sumarse a la rural y que llevó a la insurrección cantonista, fuertemente reprimida por el general Pavía en 1.873.
Málaga conserva restos de su pasado romano, así como de la época musulmana, sobre todo, su Alcazaba, fortaleza musulmana del siglo XI.
Esta Alcazaba fue restaurada y mejorada en la época nazarí (siglos XIII y XIV). Dominándola, se encuentra el antiguo castillo de Gibralfaro. La catedral, comenzada en el siglo XVI, sigue las premisas góticas. Posee elegantes pilares y en ella se pueden ver cuadros de Alonso Cano, Claudio Coello y Luis de Morales. La Iglesia de Santiago fue fundada por los Reyes Católicos, en el año 1.490; la del Sagrario, contigua a la catedral es de 1.488, aunque fue posteriormente reconstruida, concretamente en el siglo XVIII.
De la provincia , Ronda , de tan remota antigüedad que es materialmente imposible fijar con exactitud el momento de su erección, así como la identidad de sus primeros pobladores. Quizás el dato de que en sus proximidades se encuentra la Cueva de la Pileta y en ella se conservan pinturas que datan del auriñaciense medio, con una antigüedad calculada en veinte mil años, nos dé una idea de que ya por aquella lejana época, la región estaba morada por el hombre prehistórico. En la época romana, Ronda ya es citada por Plinio y Ptolomeo como Arunda, un enclave geográfico de los celtas bástulos.
Bajo Viriato, Ronda cobró gran importancia ya que sus escarpaduras sirvieron de escenario a sus guerras contra las legiones de Roma. Pero es después de la invasión musulmana cuando Ronda adquiere su mayor importancia como una de las más inexpugnables e importantes fortalezas de Andalucía.
Baste decir que en el año 1.407, conseguida la conquista de Zahara, el infante don Fernando envió al condestable don Rui López Dávalos con dos mil hombres de guerra a fin de que tantearan la posibilidad de asaltar la ciudad. A la vista de las dificultades, este ejército optó por abandonar el cerco. La conquista de Ronda se efectuó el 2 de mayo de 1.845 por las tropas que mandaba don Fernando «el Católico».
Marbella, de la cual se dice fue fundada por Marhabal, capitán cartaginés, 334 años antes de la Era Cristiana, dándola su nombre, trastocado posteriormente en Marbella. Otros señalan que el nombre lo tomó del río que la baña. Otros escriben que, originariamente, se llamó Barbejola. El romano Pomponio Mela la llama Berbesul. Fue conquistada por los Reyes Católicos a los moros en el año 1.485.
Velez Málaga, situada a media legua del Mediterráneo, en la falda de una pequeña colina, cerca del río de su mismo nombre, conserva restos de su antigua dominación árabe. Fue conquistada por los Reyes Católicos en el año 1.487.
Antequera, a la que, en tiempos de los romanos, ya se la señalaba como una ciudad antiquísima, a la que se llamaba Antikaria o Antoquaria, un nombre que puede considerarse como derivado del adjetivo «antiquos», o bien como «emporio de antigüedades». Se cree que la fundaron los primeros pobladores de España que vinieron con Tubal, dándole el nombre de Sirgilia, en el sitio denominado Antequera la vieja. En el año 1.410 la reconquistó el infante don Fernando, que fue después rey de Aragón, hijo de don Juan I de Castilla. La mandó poblar de cristianos poniendo como su primer alcaide a don Rodrigo de Narváez.
Archidona, otra población de remotísima antigüedad y que goza del privilegio de haber conservado su nombre antiguo a través de los siglos. Este nombre, Archidona, parece compuesto de dos palabras célticas, «Arke» o «Arche», que significa grande y antiguo y «Don», que equivale a bosque de encinas. Y así fue primero Arkedon, Archedon y finalmente Archidona. Fue conquistada a los moros por don Pedro Girón, Maestre de Calatrava, en el año 1.462, entregándola al rey don Enrique IV. El cerco duró seis meses y se dice que durante el mismo murieron más de mil quinientos musulmanes.
El sitio de Málaga, aquí representado en una talla de la sillería del coro de la catedral de Toledo. El cerco y asedio de la plaza fue muy reñido con frecuentes ataques sorpresa de los sitiados como el que reproduce la escena tallada.