Escudo de Lugo
De azur, castillo de oro aclarado de gules, con dos leones empinados a sus torres, puesto sobre un montículo de gules, surmontado por un cáliz de oro sostenido por una nube figurada. Bordura de plata con una inscripción latina.
Heráldica Geográfica
Las armas de Lugo
Si se hubiera de resumir la historia de Lugo ateniéndose a cuanto de esta ciudad se dice en los «Reinos y Señoríos de España», de don Francisco Piferrer, el texto sería este:
«Es de creer que Lugo tuvo su origen en los primitivos pobladores de España, con el nombre oriental «Luc», que equivale a «bosque frondoso», sin duda por estar cubierto el territorio donde se fundó, de frondosos bosques. Los romanos, conformes al genio de su lengua, añadieron al nombre «Luc» la terminación «us» diciendo «Lucus», que significa igualmente bosque y en honor y memoria de Augusto César, a quien los moradores consideraron como su numen o dios titular, se llamó «Lucis Augusti», por lo cual atribuyen algunos, a Augusto, su fundación, y del nombre «Lucus» deriva el de Lugo.
Con todo lo anterior coinciden los historiadores, añadiendo que Lugo fue escala en la vía entre Braga y Astorga. Se añade que quedó constituida en Sede Episcopal en el siglo III y que en esta ciudad se celebraron importantes concilios contra el arrianismo, (año 559), y contra las doctrinas de Prisciliano, (año 562).
Más adelante expondremos de qué se trata lo uno y lo otro. Se añade que tras su conquista por los árabes, (año 714), decayó y que fue reconquistada por Alfonso I, (año 746), y repoblada por el Obispo mozárabe Odoario. Pero más tarde, una incursión de los normandos destruyó la ciudad casi por completo. Fue el rey Alfonso VI, ya a fines de la Edad Media, quien inició repoblación, en medio de una época en la que reinaba la anarquía motivada por las luchas entre los nobles, los obispos y la burguesía. Durante la guerra de la Independencia fue ocupada por los franceses y su recuperación económica se inició en el siglo XIX. Sobre los monumentos de la ciudad, se habla de sus murallas romanas y medievales, con unas termas romanas en el interior de un balneario. La catedral construida entre los siglos XI y XII, que imita a la de Santiago, la iglesia de San Francisco, construida sobre el siglo XV y convertida en Parroquia de San Pedro, la Iglesia de Santo Domingo (siglo XVI) y el Ayuntamiento (siglo XVI). Lugo cuenta con un importante Museo Provincial, donde se exponen objetos de arte celta, romano y visigodos, orfebrería y muebles gallegos.
¿Es ésta toda la historia de Lugo? No, por supuesto. Lugo es mucho más y eso es precisamente lo que habrá que explicar. Lugo fue población importante durante el reino de los suevos. Y como la historia de Lugo está íntimamente ligada a la de Galicia, porque no puede por menos de ser así, cuando los Suevos se cristianizaron, Galicia quedó dividida en dos çiglesias metropolitanas; una, la que radicaba en Braga y la otra, en Lugo. El Concilio que se celebró en esta ciudad en el año 569, fue un precedente de los Concilios visigodos que posteriormente se llevaron a efecto en Toledo.
Los árabes no pusieron mucho empeño, o no pudieron, establecerse durante mucho tiempo en Galicia. A mediados del siglo VIII ya no quedaban restos del dominio musulmán en Galicia
Durante la segunda mitad del siglo VIII y los primeros del IX, Lugo fue la principal ciudad de la región. Pero esta hegemonía de Lugo, decayó en el ano 813, al descubrirse el cuerpo del apóstol Santiago en el viejo castro céltico de Santiago.
En torno a este sepulcro creció pronto una población a impulso de las peregrinaciones, lo que repercutió en la prosperidad de Lugo que se vio, por este motivo, muy disminuida.
Tampoco la ciudad podía verse libre de las luchas que estallaron en Galicia con motivo del dominio del Obispo Diego Gelmirez, que acabó por aceptar la influencia de la Orden de Cluny, apoyada por el Papa Gregorio VII que, por su aproximación a Castilla, constituía un grave peligro para Galicia. Ya, con anterioridad, el obispo Diego Peláez había intentado formar un reino independiente en Galicia, pero fracasó en su empeño.
Paradójicamente, en una situación política catastrófica, se estaba desarrollando en Galicia su máxima influencia cultural: Vinculada a Europa, por la vía de la peregrinaciones, la región despertó con una potente fuerza creadora que levantó admirables monumentos. Pero Lugo continuó siendo perjudicada por Santiago y mientras ésta última crecía, la otra ciudad gallega seguía su lento declinar. El poder de la Iglesia iba en aumento al igual que el de la nobleza, lo que provocó el descontento de las clases burguesas y los campesinos. La burguesía gallega veía como, el poder y la riqueza, se concentraban en Compostela, en detrimento de las otras ciudades y comarcas gallegas, Lugo incluido. Esta ciudad, que había sido la más populosa de Galicia, la de mayor crecimiento económico, decrecía constantemente y este estado de cosas trajo el suceso que se conoce con el nombre de la «rebelión de las Hermandades». Las exenciones a la nobleza, provocaron el alzamiento de burgueses y campesinos. Los rebeldes, acaudillados por el hidalgo coruñés Roi Xordo, fueron derrotados por las fuerzas coaligadas del rey de Castilla, del arzobispo compostelano y la nobleza.
El anterior conflicto, que tanto influyó en el posterior devenir histórico de Galicia, tuvo su origen precisamente en el condado de Villalba, perteneciente a la provincia de Lugo. Este condado, por donación que había hecho el rey don Pedro I, de Castilla, apodado «el Cruel», pertenecía a don Fernán Pérez de Andrade. Como al morir no dejara hijos, sus bienes pasaron a su sobrino Pedro Fernández de Andrade, hijo de su hermano Juan Freire de Andrade.
Pedro Fernández de Andrade, Señor de Villalba, Puentedeume y Ferrol, casó con doña Mencía de Neira de quien tuvo a Nuño Freire de Andrade Señor de Villalba, a la muerte de su padre.
De cómo sería el mencionado personaje, baste decir que ha pasado a la historia gallega como «el Malo». Fue famoso, según las crónicas de su tiempo, por su soberbia, altivez y crueldad. Fueron sus abusos los que motivaron la sublevación popular a la que antes nos hemos referido. Vencida ésta, los sucesores del anterior Señor, acrecentaron su poder. Fernán Pérez, «el Mozo», tampoco debió hacerse notar por la bondad de sus sentimientos, ya que los documentos que se conservan, de su época, nos dicen que todos le temían.
Bajo la dominación de estos personajes, Lugo y su provincia, sujetos a su dominio como Señores del Condado de Villalba, no sólo no progresaban, sino que, al contrario, se iban hundiendo cada vez más en la pobreza. De Fernán Pérez, «el Mozo», Vasco da Ponte, da, entre otros datos, que son reveladores sobre su personalidad: «tenía no menos de cincuenta escuderos, cuarenta o cincuenta peones, muchos pajes».
Pero conviene citar también a los gue fueron absolutamente contrarios en su proceder a los anteriores personajes: Don Diego de Andrade, VII Señor de Villalba, Puentedeume, Ferrol Nogueirosa, etc., fue uno de los más famosos caballeros de su tiempo. Amante de la justicia que decía que «más quería ser un buen caballero que un mal conde».
De todos modos, cuando la nobleza gallega comenzó a declinar, la culpa hay que buscarla en ellos mismos. Enredándose unos con otros en reyertas, despreocupados totalmente de cuanto no fuera el afán de aumentar sus posesiones, ninguno se preocupó de buscar el progreso y proporcionar instrucción a sus vasallos. Del ocaso y caída de este tipo de nobleza rural, nos habla con certeros trazos la gran escritora, doña Emilia de Pardo Bazán. Basta leer su obra más conocida «Los Pazos de Ulloa», para hacerse una idea de cuanto ha quedado anteriormente indicado.
Las convulsiones forzosamente tenían que repercutir en Lugo, cuya provincia es, precisamente, la mayor de Galicia.
Su población ha permanecido virtualmente estancada, debido sobre todo a un creciente movimiento emigratorio dado que al estar poco industrializada, su economía se basa, principalmente, en la agricultura que es de carácter minifundista. Los cereales y las patatas son sus principales producciones. Aunque también existe una ganadería de cierta importancia, así como la explotación forestal. La industria se basa en las conservas de pescado y carne, madereras, cemento, metalúrgicas o mecánicas (en Lugo y Vivero) e hidroeléctricas (Centrales del Miño).
De la provincia, cabe destacar a Ribadeo, cuya economía, basada en la pesca, se complementa con la agrícola y ganadera. Su puerto es centro de pesca, sobre todo en mariscos.
Sarriá, situada a poca distancia de la capital, un centro agrícola y sobre todo ganadero, con una buena industria alimentaria y forestal.
Villaba que, como en el caso anterior, basa su economía en la industria forestal, ganadera y metalúrgica.
Viveiro o Vivero, buen puerto pesquero, que cuenta con una buena industria metalúrgica, textil y de materiales para la construcción.
Quiroga, de características similares, en su economía, a las anteriores, añadidas sus minas de hierro y plomo.
Monforte de Lemos, que, aparte de su economía basada en la agricultura y la industria alimentaria, cuenta con un pasado del que todavía se encuentran huellas: Los restos de las murallas y castillo medieval construidos sobre el siglo XlII, la Iglesia de San Vicente del Pino, reconstruida en el XVI, mezcla de los estilos gótico y renacimiento, con un hermoso claustro de triple galería. El Colegio del Cardenal, o de las Escuelas Pías, tiene una fachada que recuerda a la de El Escorial, con iglesia en su centro, de una sola nave. En esta iglesia se guardan dos pinturas de «El Greco», «San Lorenzo» y «San Francisco de Asís» y una serie de cinco cuadros de Andrea del Sarto.
Chantada, situada en el valle del Miño Medio, que cuenta con el embalse de Belesar que produce energía eléctrica, con una buena industria de la alimentación y la madera.
Fonsagrada, de economía similar a las anteriores, al igual que Becerrea.
Pero, dejando aparte las características económicas de Lugo y su provincia, no se puede pasar por alto el fenómeno que durante los últimos años ha empujado a esta región gallega a un movimiento comercial que va en crecimiento: el turismo.
Durante mucho tiempo, Galicia, en general, fue la gran desconocida, no sólo para el extranjero, sino, incluso, para el resto de las nacionalidades y regiones que componen el Estado español.
Tampoco es nuevo afirmar que, al tratarse de una economía basada en el minifundio, su desarrollo fue lento, acaso excesivamente lento. Pero tuvo que ser el turismo quien, al descubrir la belleza de los paisajes y playas gallegas, empujara el avance de esta nacionalidad. Hoy, Lugo y sus playas son punto de reunión del turismo internacional.
Hay mucha historia y mucha belleza paisajística en Galicia. Cierto que se ha tardado años en descubrirlo. Ahora, felizmente, Galicia y Lugo en concreto, vive mejores días que en el pasado y es de esperar que, conforme avance el tiempo, su industria y su indudable pujanza vayan en progresivo aumento.
Los restos de las murallas romanas, son uno de los más conocidos monumentos de la ciudad deLugo y viva representación del pasado.