Madrid

Madrid

Todos los tratadistas coinciden en afirmar que el primer nombre que se conoce de Madrid es el árabe "Magerit". Se dice que el patrón de Madrid, San Isidro Labrador, mostró los senderos que atravesaban la fragosidad de la sierra para que las tropas cristianas derrotaran a sus enemigos.

Escudo de Madrid

En campo de plata un madroño verde con el fruto rojo y un oso trepando a dicho arbusto con una orla azul con siete estrellas de plata y encima una corona real.

Heráldica Geográfica

Las armas de Madrid

Que el primer nombre que se conoce de Madrid, es el árabe "Magerit", está fuera de duda, como se desprende de la "Crónica del monje de Silos" donde puede leerse: "Reinando Ramiro II (León), consultó con los magnates de su reino de qué modo invadiría la tierra de los caldeos, y juntando su ejército, se encaminó a la ciudad que llaman Magerit, desmanteló sus muros, hizo muchos estragos en sus dominios y ayudado de la clemencia de Dios, volvió a su reino en paz con su victoria". En el Cronicón de Cardeña se lee también: "Era de 966 años, reynó don Ramiro veinte años y cercó a Magerit é prisola, e lidió muchas veces contra los moros e fue aventurado contra ellos". Este nombre de Magerit, algunos suponen que significa, en árabe antiguo, venas o conductos de agua, por la abundancia de ellas en esta región. Otros que es casa de aires saludables. Hay quien cree que quiere decir "Horcajo" por las tres puertas principales. También hay quien lo atribuyó a un moro llamado Magitó o Magit a quien se le asigna su fundación.

Sobre la suerte de Magerit durante la dominación sarracena hay quien lo ha supuesto un pueblo rico, con muchas mezquitas y grandes arrabales. Pero tan brillante cuadro no confronta con la mención que, el escritor árabe, Ebu-Kateb hace de Magerit cuando dice, a fines del siglo X, que era una pequeña población cerca de Alcalá. Por tanto, es de suponer que la importancia del Magerit moro no fuera mucha, y más si se tiene en cuenta que apenas es citada por los cronistas e historiadores árabes y los escasos restos que quedaron, después de su conquista, carecían de las construcciones que se encuentran en otras ciudades, como palacios fortalezas, mezquitas, etc. Posiblemente se trataba de una pequeña población de carácter militar, como lo revela su Alcázar y las murallas que se conservaron algún tiempo después de la conquista. Arrebatada la villa a los moros, fue poblándose hasta adquirir cierta importancia. Los documentos de la época hablan del valor y gallardía de los vecinos de Madrid resistiendo las acometidas que todavía intentaron los sarracenos contra sus muros a principios del siglo XII, acaudillados por los reyes de Marruecos Tejufin y Alí.

El blasón con las armas de Madrid donde figuraba como enseña el oso prieto en campo de plata se ostenta ya en la expedición preparada en Madrid por el rey don Alfonso VIII, contra el reino de Murcia, en 1.511 y en el año siguiente, en la batalla de las Navas de Tolosa, en la que el Concejo de Madrid, llevó la vanguardia a las órdenes del Señor de Vizcaya Don Diego Lope de Haro. En esta célebre jornada es donde se cuenta haberse aparecido al rey, en traje de pastor, el patrón de Madrid, San Isidro Labrador, mostrándole los senderos por donde podía penetrar la fragosidad de la sierra y sorprender al enemigo. Las armas de Madrid han sido causa de infinita controversia. Se da por cierto que ya en el siglo XIII figuraba en ellas el oso, probablemente por los muchos que había en la región.

Con posterioridad se pintaron en la piel del oso las siete estrellas que después pasaron a formar en la orla del escudo y que se achacan a la constelación vulgarmente llamado El Carro, diciéndose que Madrid estaba en la Carpetania y que Carpetum quiere decir carro en latín; razones vulgares y gratuitas. Tampoco se justificó la presencia del madroño al que se abraza el oso en las modernas armas de Madrid. Sólo se consigna que esta actitud del animal fue a resultas de reñidos pleitos que hubo entre el Ayuntamiento y el Cabildo eclesiástico de esta villa sobre el derecho a ciertos montes y pastos, estableciendose que pertenecieran a la villa todos los campos de árboles y al Cabildo los pastos. Y para memoria que se pintase al oso abrazado a las ramas de un árbol.

En las Cortes de Valladolid, convocadas por el emperador Carlos I, fueron como procuradores madrileños don Juan Hurtado de Mendoza, señor de Fresno de Torote y Pero Juárez. Finalizadas las Cortes, don Juan Hurtado de Mendoza pidió al emperador la merced de que en el escudo de Madrid figurara la corona real; el emperador accedió y desde entonces se conoce por Coronada Villa de Madrid.

En el año 1. 569 al ensanchar la Puerta Cerrada, la derribaron y he aquí lo que escribe el maestro Juan López de Hoyos "Y estaba en lo alto de la puerta, en el lienzo de la muralla labrado en piedra berroqueña un espantable y fiero dragón, el cual traían los griegos por armas y lo usaban en sus banderas como paresce en las historias y particularmente recopilado por Juan Pferio, libro quince, dice como el clarísimo emperador Epaminondas griego, traía por bandera un dragón, el cual ponía en las obras y edificios que edificaba, de donde inferimos, que estos tan excelentes y superbos muros, haber sido edificados por esta antigua e ilustrada gente, pues en ellos hallamos sus armas y memoria". En lo que respecta a la originaria nobleza madrileña, dice que: "en la Villa hay sesenta y cuatro mayorazgos, no de granjería, sino de muy buena renta y cualidad en nobleza de sangre, ilustres familias, entre las cuales hay muchos señores de vasallos".

Los sesenta y cuatro mayorazgos madrileños son: Alarcón, Alcalá Alcocer, Arias Dávila, Ayala, Barreda, Barrionuevo, Bibero, Bozmediano, Cabrera, Cáceres, Canal, Castilla, Castillo, Clavijo, Coalla, Coello, Córdoba, Cuero, Eraso, Fernández, Francos, Gato, Guevara, Guillén, Gudiel, Heredia, Herrera, Hoz, Hurtado, Lago, Lodeña, Losada, Luján, Luzón, Madrid, Manzanedo, Mármol, Méndez, Mendoza, Montes, Monzón, Ocaña, Olivares, Peralta, Prado, Ramírez, Ribadeneyra, Ribera, Salcedo, Solís, Toledo, Torre, Valera, Vallejo, Vargas, Vera, Villafuerte, Vitoria, Urbina, Xiboja, Zapata, Zárate y Zisneros. Estas ilustres familias, al paso del tiempo, entroncaron con otras nobles, cuando estas vinieron a fijarse en Madrid al haber sido designada Capital del Reino.

Cerrando el libro del maestro Hoyos se viene a indicar que la comarca donde se encuentra enclavado Madrid llamábase Ursaria, escribiendo que "estando los Reyes Católicos en la villa de Madrid, salieron de sus reales palacios a caza por la ribera del río, mataron un oso ferocísimo junto a la hermita del bienaventurado San Isidro, al cual todos, piadosamente, tienen por tal, por los grandes milagros que Nuestro Señor ha hecho por su intercesión y la perseveración que en su cuerpo vemos desde que el rey don Alfonso VI, que ganó a Toledo y a Madrid, y por culpa del pueblo y sus ciudadanos, con ser el mismo santo de Madrid no está canonizado". Y, más adelante, se refiere nuevamente a las armas de Madrid para decir: "Así que desde antiquísimamente tomó este pueblo estas armas por la muchedumbre de osos que mataron dejando llana y pacífica la tierra y toda su comarca de las ferocísimas bestias que hemos dicho. Tienen las armas de Madrid por orla siete estrellas en campo azur, por las que vemos junto al Norte, que llamamos en griego Bootes y en nuestro castellano por atajar cosas y fábulas, llaman el Carro, las cuales andan junto a la Ursa, y por eso las armas de Madrid, tomó las mismas estrellas, que junto a la Ursa como hemos dicho, andan, por razón de que como en tiempo de don Alfonso el VI, vinieron a ganar este reino de Toledo, el primer pueblo que ganaron fue Madrid y para denotar que así como aquellas siete estrellas que andan alrededor del Norte son indicios de la revolución y del gobierno de las orbes celestiales, así Madrid como Alcázar y Casa Real y primeramente ganado, habría de ser pueblo de donde los hombres conosciesen el gobierno que por la asistencia de los reyes y señores destos reinos de Madrid había de salir y también porque este nombre Carpetano quiere decir Carro, por eso tomó las siete estrellas que en el cielo llamamos "Carro".

Madrid no es tan sólo la gran ciudad. Sería injusticia no referirse a su provincia ¿Cómo podría pasarse por alto Aranjuez con sus palacios y sus bellos jardines? Aquí, en esta orilla del Tajo tuvieron los Maestres de la Orden de Santiago su casa de recreo donde descansaban de los rigores de la guerra y su incesante cabalgar por las ásperas tierras de Castilla. Y fue en este primitivo palacio donde se albergaron los Reyes Católicos. Un palacio que, bajo el reinado de Felipe V fue derribado con lo cual los jardines adquirirían, poco más o menos, su actual configuración. De ellos, el barón Bourgoing, en su libro "Paseo por España", en época de Carlos IV, escribió: "Penetrando profundamente en el laberinto de sus caminos se goza, como un lujo, la calma de la naturaleza, como si se estuviera lejos de una Corte, en campesina soledad. Copudos árboles, altas murallas de verdor y fuentes adornandas con sencillez constituyen el ornato de los jardines".

Alcalá de Henares, una población que parece corresponderse con la antigua Comnutum. Lugar donde el conde Sancho García en el año 1.009 derrotó a las huestes musulmanas a las órdenes del gobernador militar de Medinaceli, Wadih. Sede cultural desde muy temprano: Alfonso XI convocó Cortes, en el año 1.348, que dieron fuerza de Ley a las Partidas y promulgaron el Ordenamiento de Alcalá. Célebre por su Universidad, erigida a instancias del cardenal Cisneros en 1.498, que fue centro del pensamiento humanístico.

Subiendo hacia la sierra de Guadarrama se encuentran El Escorial y San Lorenzo de El Escorial. En el primero se levanta la iglesia, obra de Francisco de Mora, así como la casa donde vivió Felipe II. En el segundo está emplazado el Monasterio de San Lorenzo, obra cumbre del estilo herreriano, a la que se ha llegado a catalogar como la octava maravilla del Mundo. Fue aquí donde se tramó la llamada "Conspiración del Escorial" por la cual el príncipe de Asturias, más tarde Fernando VII, encabezó un complot para el derrocamiento de su padre, Carlos IV, anulando así el poder del favorito Godoy. Mención especial merecen los bellísimos jardines de la Casita del Príncipe, así como los bosques de pinos que rodean ambas villas.

El Pardo, coto de caza de los reyes castellanos, cuenta con el Palacio Real, construido por orden de Carlos V sobre un pabellón de caza levantado por Enrique III, en cuyo interior se conservan numerosas obras de arte.

En Rascafría, aparte de la iglesia de San Andrés, puede hallarse el Monasterio del Paular. Chinchón, con su famosa plaza y que dio nombre al condado de Chinchón, concedido por Carlos I a su capitán en la guerra contra los Comuneros, Fernando de Cabrera y Bobadilla, señor de Chinchón. Entre aquellos que ostentaron este título, se cuenta a María Teresa de Borbón. Y en honor de la condesa de Chinchón, esposa del cuarto conde del título, Luís Fernández de Cabrera, virrey del Perú, el naturalista. Linneo dio el nombre de "Chinchona" a la quina. No se puede mencionar la villa de Torrejón de Ardoz, sin citar la batalla de Torrejón, desarrollada en el año 1.843 entre las tropas que apoyaban al regente Espartero, y las de la coalición liberal encabezadas por el general Narváez.

Manzanares el Real con su famoso castillo, erigido por el marqués de Santillana en el siglo XV, magnífico exponente de fortaleza-palacio, construido sobre el nucleo de lo que fue una vieja ermita.

Existen otros núcleos de población a los que sería injusto dejar en el anonimato: Lozoyuela, Cercedilla, Las Rozas, Navalcarnero, Leganés, Vicálvaro, famoso por iniciarse allí la revolución de 1.854, que provocó la caída de los moderados y el comienzo del denominado Bienio progresista bajo el mando de los generales O,Donnell, Ros de Olano y el coronel Echague. La población de Brunete asimismo famosa por la batalla que se desarrolló allí durante la guerra civil de 1.936.

Ciempozuelos, Cubas de la Sangra, Paracuellos del Jarama, Villaconejos, Colmenar de Oreja, Morata de Tajuña, Mejorada del Campo, Móstoles, célebre por ser el lugar donde su alcalde, Andrés Torrejón, a instancias de Juan Pérez Villamiel, que se había refugiado en aquel pueblo, publicaron el bando donde se le declaraba la guerra a Napoleón y llamaban a la lucha contra los invasores. Y tantos otros plenos de historia y arte que hacen de la Comunidad de Madrid un tesoro y un gigantesco y vivo museo.