La Rioja

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Algunos genealogistas afirman que la fundación de Logroño se pierde en la noche de los tiempos y, en consecuencia, fijan su fundación en los tiempos míticos o desconocidos.

Escudo de La Rioja

Partido: primero, de oro, un montículo de sinople, sumado de dos veneras de plata y una Cruz de Santiago, de gules; segundo, de gules, un puente de oro puesto sobre ondas de azur y plata y sumado de un castillo, de oro. Bordura de azur con tres flores de lis, de oro.

Heráldica geográfica

La Armas de la Rioja

De acuerdo a cuanto sobre esta parte de la Península afirman algunos genealogistas, la fundación de Logroño se pierde en la noche de los tiempos; por ejemplo, Piferrer dice: "Fíjase generalmente la época de su fundación en los tiempos míticos o desconocidos, atribuyéndosela al rey Brigo IV de España, años del mundo creado 2.065, antes del nacimiento del Señor 1.896, llamándola como a otras, "Briga".

Con respecto a su actual nombre, Logroño, varias son las conjeturas que se han formulado, pero ninguna parece muy fundada ni satisfactoria, sin exceptuar la que consiste en creer que Logroño se ha derivado del nombre latino "Lucrosa", pues no consta con certidumbre que los romanos dieran este nombre a Logroño. Nos parece más probable que este nombre sea un derivado de dos radicales primitivas, "lo" y "gro", equivalentes a río rápido, por la fuerza y rapidez con que corre allí el río Ebro.

De lo que se sabe con absoluta certeza, dejando aparte lo anterior, que entendemos debe entenderse como conjeturas porque, que sepamos, no existen pruebas que avalen tal versión, es que, en efecto, parece tratarse de una muy antigua población de la que, con certeza y debida garantía, no pueden precisarse sus orígenes.

Es cierto que con el nombre de Logroño se relacionan varios topónimos: (Varia, Iclobriga, Lucrosis). Empezó a contar en la historia con características propias tras la destrucción de Varia por Leovigildo (año 574). Como "destrucción", tendremos que tomar, "aniquilación" total, pues el monarca godo Leovigildo solía tratar estos asuntos con una dureza increíble. San Isidoro de Tours nos han referido estos excesos, la cruel energía que empleaba Leovigildo para eliminar de su camino a cuantos entendía que estorbaban sus planes o constituían un peligro para él. "Mataba y mataba" y en algunas comarcas llegó a hacer exterminar a todos los varones. Según San Isidoro, "a muchos de los nobilísimos y potentísimos les hizo cortar la cabeza".

Baste decir que cuando su hijo Hermenegildo se bautizó en la fe católica y decidió acabar con una autoridad tan violenta como la que ejercía su padre, sublevándose contra él, y fue vencido, Leovigildo no se detuvo ante el hecho de que se tratara de su hijo. Lo hizo ejecutar. Pero hablábamos de Logroño. Destruída la antigua población por Leovigildo, con la matanza que es fácil imaginar dado el carácter de este personaje.

En resumidas cuentas, si hemos de hacer caso a la mayoría de los autores, a Logroño fueron los árabes quienes le dieron su nombre actual. En el año 755, la villa fue reconquistada, pero su importancia no adquirió cierto desarrollo hasta el siglo XI por su situación en el denominado Camino de Santiago.

En 1.092 se estableció en Logroño un burgo de comerciantes y en el año 1.095, obtuvo del rey Alfonso VI, sus Fueros, lo que favoreció grandemente su desarrollo.

De este modo, Logroño fue convirtiéndose en una de las principales poblaciones del reino, una de las pocas en las que floreció una economía monetaria.

Creció grandemente el comercio y, por tanto, corrió el dinero, lo que propició que la ciudad conociera una época de prosperidad que hizo que se hiciera presa de la codicia de Navarra que, a pesar de haber renunciado a todo intento de conquista de la villa logroñesa, comprometiéndose a ello en 1.179, ante el rey Alfonso VIII de Castilla, la ocupó aprovechando la guerra civil castellana, hasta que la devolvió a Enrique II.

Logroño, en los siglos siguientes mantuvo cierta importancia y fue la sede del Tribunal de la Inquisición de Navarra desde 1.521.

A partir del siglo XVI entró en un período de estancamiento que dió paso al declive, superado en el siglo XIX merced a su carácter de centro de abastecimiento durante las guerras carlistas y por su papel en la ruta que atraviesa el valle del Ebro.

El auge de su producción agraria, ya en el siglo XX, convirtió a Logroño y a toda La Rioja en una zona de gran importancia agrícola.

En lo que se refiere a su pasado, Logroño conserva algunos elementos de su recinto amurallado, así como un antiguo puente medieval, (siglos XII, XIII y XIV). Iglesias de distintos estilos, como la portada y la torre mudéjar de la de San Bartolomé, (siglo XIII), Santa María de la Redonda, (siglo XV), la de Santiago, gótica, y el palacio barroco de Espartero.

Comercialmente, hoy Logroño es un centro de primera categoría, capital de un área muy extensa y activa.

Su actividad principal se basa en la riqueza hortícola cuya producción se destina en gran parte a la industria conservera. Calahorra, población muy antigua; pues se atribuye su fundación a los primeros pobladores de España, es decir, a los tubalenses, desde tiempo inmemorial fue conocida con el nombre de Calagurris, del cual se ha formado el de Calahorra, compuesto al parecer de las radicales "cal" (bosque), "ag" (agua) y "ur" (villa), de modo que el antiguo nombre de Calagurris podría traducirse por "villa sita entre bosques y ríos".

Cuenta la tradición que el caudillo cartaginés Aníbal le puso sitio y que los habitantes de la población, hicieron desesperada resistencia, viéndose obligados a alimentarse con carne humana, y que a fin de ocultar a los cartagineses las enormes bajas que sufrían, colocaban a los muertos arrimados a las murallas, como si fueran defensores vivos; y que habiendo al fin perecido todos sus habitantes, entró Aníbal encontrando tan sólo a un anciano al que le preguntó donde estaban los supervivientes de la batalla a lo que el viejo le replicó que, presos del hambre, todos habían perecido.

Y según cuenta la tradición, Aníbal, admirado ante tamaño heroísmo, le dió las armas que ostenta la villa, en memoria de tan extraordinarios hechos y que son: Una matrona con espada desnuda en la mano derecha y empuñando con la izquierda medio brazo humano; debajo dos brazos desnudos peleando con espada y alrededor este lema: "Prevalui Carthagum et Romam". (Vencí a Roma y Cartago).

La Guardia, de la que se ignora su fundación, ni en la época en que ésta pudo producirse, ni quiénes fueron sus primitivos habitantes, encontrándola desierta, la pobló el rey don Sancho VIII de Navarra, nombrándola Guardia, como lo era contra Castilla. Durante algún tiempo perteneció a Navarra hasta que tornó a Castilla.

Santo Domingo de la Calzada, debe su nombre al Santo. A principios del siglo XII vivía en este lugar Santo Domingo, que se ocupaba en dar asilo a los peregrinos que iban a Santiago de Compostela. Y para que pudiera dedicarse con más intensidad a su laudable objeto, el rey don Alfonso VI le dió en el año 1.106 el territorio en que está la villa para que se edificara allí una iglesia, en la cual fue sepultado el santo que murió tres años después de la expresada donación.

Muy poco tiempo hubo de pasar para que el rey don Alfonso VII ordenara al abad don Sancho que poblara aquel territorio.

Haro, conserva algunos elementos de su recinto murado y vestigios de los castillos medievales, reformados en el siglo XIX, llamados de Briañas y de la Iglesia, así como el palacio de los Condes de Haro.

Nájera, de la que bien poco se sabe de su fundación. Las noticias más fidedignas datan de la época romana. En el sitio que actualmente ocupa la población, existieron unos poblados fortificados, a los que los romanos designaron con la denominación de "Tritium Megale", de donde procede el nombre que lleva la villa de Tricio, situada en la expresada comarca. Más como el nombre "Megale" es propio de la lengua griega, habrá que deducir que estos territorios fortificados no fueron de fundación romana y que el nombre que éstos le dieron fue una modificación del que ya tenía de los griegos, en cuya lengua una o más fortificaciones reunidas se llaman, "Tyrsis", de modo que "Tyrsis Megale", modificado por los romanos en "Tritium Megale", equivale a "Gran Fortificación". Esta es, al menos, la opinión del conocido genealogista don Francisco Piferrer, que añade que las fortificaciones halladas por los romanos tenían tanta importancia que merecieron el nombre de "Grandes". Pero como no consta que la población fuera fundada por los griegos, habrá que suponer que lo fue por los primeros pobladores de España.

A la caída del Imperio Romano, cayó también "Tritium Megale" y casi desapareció en tiempos de los visigodos. La restauraron los árabes, llamándola Nájera, nombre que bien puede ser una modificación del antiguo "Megale".

Navarrete, que se encuentra al pie de un cerro llamado antiguamente "Tedeón", en pleno centro de La Rioja, y otros muchos y bellos pueblos y parajes conforman la rica comarca de Logroño.

Vista de la ciudad de Logroño, en su zona antigua, que conserva el sabor y la tradición, en contraste con las amplias y lujosas avenidas de su zona moderna de expansión, modelo de inteligente urbanismo.