Orense

Ourense

Algunos tratadistas afirman que Ourense fue fundada por un tal Anfiloco, capitán griego y uno de los héroes que destacaron en la guerra de Troya, y que la llamó "Anfilocópolis".

Escudo de Orense

De plata un puente de gules fileteado de oro puesto sobre ondas de azur y plata, sumado de una torre de oro aclarada de gules y de un león de oro, en jefe una corona real.

Heráldica Geográfica



Las Armas de Orense

Como en tantas y tantas otras poblaciones, hay quien asigna la fundación de esta ciudad a personajes cuya veracidad histórica no se halla comprobada fehacientemente. Este es el caso de Orense: hay quien afirma que esta población fue fundada por un tal Anfiloco, capitán griego y uno de los héroes que destacaron en la guerra de Troya y que la llamó "Anfilocópolis", o sea, "Ciudad de Anfiloco".

Que, en efecto, esta población ya existía antes de la llegada de los romanos a la península se encuentra fuera de toda duda. Pero lo más probable es que fuera fundada por pueblos Celtas y que todo anterior se refiera únicamente a leyenda.

Los romanos la engrandecieron mucho, llamándola "Aqua Urentes", o sea, "aguas que queman", sin duda por las fuentes hirvientes que se encuentran en su territorio. Los suevos, al invadir la península, se la arrebataron a los romanos y alterando el latín "Urentes", lo convirtieron en Orense.

Esta es la explicación generalmente admitida sobre el origen del nombre de esta ciudad, pero algunos piensan que el nombre Orense viene de "oro" ya que fue muy abundante este precioso metal en el río Miño. Y todavía quedan aquellos que sostienen que los romanos la llamaron "Aqua Originis", denominación que con el tiempo, se alteró en "Aqua Ocerenses" y que es de esta última palabra de la que se formó Orense.

Pero, ateniéndonos, a la rigurosidad histórica, lo menos que que puede decirse de Orense es que sus orígenes son inciertos. Lo único que parece seguro es que, durante la dominación romana existió en el lugar que ahora ocupa la población un importante balneario. Al invadir la península, los suevos, conquistaron Orense y, durante algún tiempo, fue la capital del reino de Galicia.

La invasión de los musulmanes se iba a dejar sentir sobre Orense, quedó prácticamente arruinada, (siglo VIII), y no se recobró hasta que fue reconquistada por el rey Alfonso III, (año 578).

La paz no quedó asegurada; por el contrario, con las incursiones de los normandos, la ciudad tuvo que sufrir saqueos y devastaciones y, para agravarlo, fue también asolada por las expediciones del caudillo árabe Almanzor.

No una, sino varias veces, Almanzor pasó por Orense, la arrasó, para dejarla abandonada después, ya que no le guiaba ánimo de conquista, sino de rapiña.

Finalmente, Sancho II, en el año 1.071, tornó a repoblarla, lo que no aseguró la paz ni mucho menos; la población constituida en señorío eclesiástico, fue durante los siglos XIV y XV escenario de continuas y violentas revueltas contra los Obispos.

Contrasta esto, con la prosperidad que fue alcanzando durante la Edad Media gracias, en gran parte, a una numerosa población de origen hebreo, que impulsó las industrias y el comercio.

Es por eso que, con razón de la disposición firmada por los Reyes Católicos que condenaba a los judíos a su expulsión de España, el naciente desarrollo orensano sufriera tan rudo golpe que tendrían que pasar largos años para que se iniciara su lenta recuperación, lo que aconteció a mitad del siglo XVIII. A mediados del siglo XIX, tan sólo contaba con algo más de seis mil habitantes.

Pero la apertura de una carretera de Villacastín a Vigo (1.860-63) y la construcción del ferrocarril en 1.882, dieron nuevo impulso al desarrollo de Orense, en sus aspectos económico y demográfico.

En lo que respecta a su pasado puede y debe citarse a la catedral, cuya construcción se inició a comienzos del siglo XII; en tiempos del Obispo Lorenzo se aceleraron las obras (siglo XIII), pero no se terminaron hasta el siglo XVI.

De ella hay que destacar su fachada con el Pórtico del Paraíso, policromado, con capiteles historiados y la portada románica de la parte Sur.

Existen también varias importantes iglesias: la de Santa María la Madre, con restos del siglo XI, la de la Trinidad, que corresponde al siglo XIII, la de San Francisco y la de Santa Eufemia del Norte, con sus fachadas de estilo barroco.

Entre los edificios civiles destacan el Puente viejo, construido sobre cimientos romanos, de siete arcos; el Palacio Episcopal, del siglo XIII, las mansiones de las familias Oca y Valladares y las fuentes Nueva y de las Damas.

En lo que se refiere a la provincia destacan la villa de Viana, de cuyo origen poco se sabe.

Entre los restos arqueológicos destaca una plancha de bronce labrada, descubierta en el año 1.728, lo que aparece atestiguar la existencia de un pequeño castro, seguramente el primer núcleo de su población, según opina Otero Padrayo.

En la Edad Media fue construido un castillo, en torno al cual iba a transcurrir toda la vida de Viana. Por las incursiones de los moros, la fortaleza quedó arruinada y así la encontró el rey Fernando II, que la mandó reedificar el 1.180, concediendo Fuero y privilegios propios a las tierras circundantes.

Fue primer Señor de Viana don Fernando Osorio de Castro, de la casa de Lemos, luego pasó a poder de don Pedro Enríquez por una donación del rey Enrique II, de Trastamara, quien lo eximió del pago de tributos.

Este rey, bastardo que alcanzó el trono mediante el fraticidio en la persona del legítimo rey de Castilla don Pedro I, fue pródigo en recompensar a cuantos le habían ayudado a conseguir la Corona, hasta el punto que se le conoció como Don Enrique "el de las Mercedes", tantas hizo, temeroso de que sus nobles, recordando su bastardía, se alzaran en armas en contra suya, les colmó de honores, propiedades y privilegios.

Con el paso del tiempo, el Rey don Felipe II, erigió la villa de Viana en Marquesado a favor de don Pedro Pimentel, hijo del Conde de Benavente. Los continuos cambios de dueño, fueron motivo de los enfrentamientos que acabaron con la destrucción de la fortaleza, que fue nuevamente reconstruida en el siglo XV.

La actual fuente de la plaza de la villa, constituye un monumento conmemorativo de la ejecución de los dirigentes de un alzamiento liberal efectuado en el año 1.830, durante el nefasto reinado de Fernando VII.

Ribadavia, erigida en Condado, dignidad que fue concedida por los Reyes Católicos a don Bernardino Pérez de Sarmiento, Adelantado Mayor de Galicia y Señor de Ribadavia, Fuentes, Mucientes, Celme, Bentraces y Laza. De acuerdo a A. de Atienza en su Diccionario Nobiliario, la concesión se hizo en 20 de abril de 1.478.

El Marqués de Camarasa en su obra "Apuntes para el historial...", dice que la merced del título de Conde de Ribadavia está comprendida en la aprobación dada por los Reyes Católicos en Madrigal, a 16 de abril de 1.476, a la concordia con la que terminó el litigio sucesorio entre Bernardino Pérez Sarmiento y su sobrino Francisco Sarmiento, tercer Conde de Santa María.

La historia de este enfrentamiento fue esta: Bernardino Sarmiento, hijo natural de Diego Pérez Sarmiento, primer Conde de Santa María, fue legitimado, lo mismo que su hermano mayor don García, por el rey Juan III, en el año 1.461.

Su madre Teresa de Zúñiga, a quien Vasco de Aponte califica como "la condesa endiablada", lo tomó y crió como hijo propio, velando siempre por sus intereses, casi siempre enfrentados a los de su hermano García y su sobrino Francisco, que heredaron el Condado de Santa María de Ortigueira. El primer Conde Ribadavia sirvió a los Reyes Católicos en las guerras de Portugal y Granada. Contrajo matrimonio con María Pimentel, hija de Juan de Pimentel y Quiñones, Señor de Allariz (hijo del tercer Conde de Benavente), y de Juana de Castro, Señora de Valdeorras y de Manzaneda. En pocas palabras: se trató de uno de esos complicados pleitos entre familia que unas veces acababan en sangre y otras, en ajuste pacífico.

Celanova, que cuenta con magníficos monumentos de su pasado, tales como la Capilla de San Miguel, pequeñísima iglesia mozárabe, situada en el jardín del Monasterio de San Salvador, (siglo XVI).

Carballino, vecino a la comarca del Ribeiro, participando activamente en los clásicos cultivos de esta región, la vid. Cuenta con una importante ganadería, industria muy superior a la agraria, con buenos y hermosos pastos. Tienen una notable industria maderera y otras más modestas, del género alimentario.

Carballo, importante centro industrial, con tierras de cultivo muy ricas: prados permanentes y un abundante bosque. La ganadería es importante, centrándose en el vacuno y el porcino. En su término existen minas de estaño, wolframio y titanio.

En este cuadro, conservado en Burgos, aparece Sancho II, de Navarra, en unión de San Iñigo, abad de Oña.Sancho II reconquistó y repobló Orense en el 1.071