Escudo de Ciudad Real
De azur, una muralla de oro, aclarada de gules, cargada de un arco, de sable; en el centro, la figura de un monarca sentado en su trono. Bordura de gules con ocho castillos de oro.
Heráldica Geográfica
Las armas de Ciudad Real
Muy poco se sabe de la historia de esta ciudad durante el dominio romano. El nombre de «Sisapum Oretanorum» resulta tan sólo una hipótesis.
Un dato importante que hablaba de que la ciudad, posiblemente, ya existía durante la dominación romana es el siguiente; en el año 1.738, un vecino que se encontraba en un campo encontró, entre otros sepulcros arruinados, tres de piedra en forma de columna y en la mayor parte de ellas llevaban la siguiente inscripcion: «Imperante Nerva: Hirnianus Augustus Germanicus Pater Patrix, Pontifex Máximus Tribunitios».
Lo anterior parece revelar que ya durante el reinado del emperador Nerva (padre adoptivo de su sucesor Trajano), existía en aquellos parajes, al menos, un poblado.
Pero aparte del dato expuesto nada se sabe con exactitud sobre la época romana en lo que hoy es Ciudad Real.
Algunos autores sostienen la versión que, en su origen, se trataría de un pequeño núcleo urbano que más tarde se convertiría en el también poco habitado pueblo de Pozuelo Seco de Don Gil.
Hay un hecho absolutamente cierto: Este pueblo existió dado que, con fecha 20 de febrero de 1.255, el rey Alfonso X, en un documento firmado en Burgos, erigió a Pozuelo de Don Gil en capital de la región de Alarcos.
A lo que parece, la causa de que todos los esfuerzos realizados para la repoblación fracasaran, se debió a que el lugar era considerado muy insano. No bastó que el anteriormente citado Rey concediera privilegios y facilidades a quienes se decidieran a habitarla.
Decidido a llevar adelante sus propósitos, Alfonso X, visitó personalmente el lugar e incluso señaló el sitio donde habría de erigirse la futura ciudad, que debería llamarse Villareal.
Varios fueron los motivos que le llevaron a dicha fundación: El principal fue la creación de una ciudad lo suficientemente poderosa como para constituirse en defensa de las comunicaciones con Toledo y las poblaciones conquistadas por su padre en Andalucía.
Otro motivo, y no de menor importancia, que influyó en el ánimo del Monarca fue el deseo de que, con la fundación de una ciudad, se atempera un tanto el poderío de la Orden de Calatrava, en cuyo territorio se iba a construir la futura población.
Lo que sí es verdad, es que esta ciudad iba a ser la causa de no pocos conflictos entre ella y la poderosa Orden.
Conscientes de este peligro, los vecinos de la nueva villa se unieron a los de Toledo a fin de fundar una Hermandad que sirviera de contrapeso al poder e influencia de los caballeros calatravos.
Durante los siglos XIII, XIV y XV, no cesaron las rivalidades, en algunas ocasiones bastante violentas, hasta que los Reyes Católicos determinaron poner fin a tantas disputas al tiempo que daban orden de restaurar la Ciudad (año 1.489)
Ciudad Real quedo convertida poco después en sede de una Chancillería, con lo cual aumentó su importancia.
Pero con la expulsión de los moriscos, ordenada por el rey Felipe III, quedó casi deshabitada, al igual que sucedería en otras capitales y regiones españolas al verse privadas de miles de brazos sumamente hábiles, sobre todo en lo que a cuestión de agricultura se refiere.
En el orden político, la medida real puede que tuviera alguna justificación, pero en el aspecto económico, la citada expulsión fue un rudísimo golpe para el desarrollo de la nación.
Fue tan grave el quebranto recibido por Ciudad Real, que no consiguió recobrarse durante toda la Edad Moderna. Hay que tener en cuenta, además, su situación geográfica. Siendo un tránsito entre la meseta y Andalucía, a través de toda su historia, se ha visto obligada a sufrir todos los rigores de las guerras que han llevado los ejércitos de una a otra región.
Durante la guerra de la Independencia tuvo lugar un sangriento choque cerca de la ciudad, en 1.809, entre el Ejército de la Mancha, dirigido por Cartoajal y los franceses mandados por el general Sebastianini que terminó con la victoria de estos, a pesar de la desesperada resistencia que le opusieron los habitantes de todos los pueblos cercanos al lugar de la batalla.
Por ejemplo, la villa de Valdepeñas se distinguió por el ardor que todos sus vecinos pusieron en la pelea, hasta el punto de sembrar su calle principal, por donde tenían que pasar los franceses, de clavos y toda clase de obstáculos, al tiempo que desde las ventanas se les arrojaba aceite hirviéndo, pelea en la que se distinguió una mujer valdepeñera convertida en heroína al estilo de Agustina de Aragón, apodada «La Galana». Este episodio de la desesperada resistencia de los valdepeñenses se encuentra fielmente reflejado en los «Episodios Nacionales» de don Benito Pérez Galdós, concretamente en el volumen titulado «Bailén».
Años más tarde, en 1.929, el Cuerpo de Oficiales de Artillería, de guarnición en Ciudad Real, se sublevó contra el general don Miguel Primo de Rivera, pero esta rebelión fue rápidamente sofocada.
Durante la guerra civil, esta ciudad y su provincia pertenecieron al Gobierno de la República, hasta su ocupación por las tropas del general Franco en el año 1939.
En lo que respecta a las huellas de su pasado, se trató de una ciudad amurallada, de la que sólo queda la llamada Puerta de Toledo, erigida por Alfonso XI, en 1.328; la catedral, comenzada en el siglo XV y no terminada hasta fines del XVI; la Puerta del Perdón, restos de una construcción anterior de finales del siglo XIII y en la Casa de la Cultura una colección de la arqueología local.
El nombre de Ciudad Real va unido al Ducado del mismo título concedido por el Rey don Felipe III, en 1.613, a favor de don Alfonso de Idiáquez Butrón y Muxica, primer Conde de Aramayona y de Biandrina y primer Marqués de San Damián, Virrey de Navarra y Capitán General de Milán. Este Ducado pasó a los Pimental, Orozco, Salabert y Fernández de Córdoba, Duques de Medinaceli.
Ciudad Real fue fundada con caracteres de tipo estratégico con un recinto amurallado de enorme perímetro concebido no sólo para defender la ciudad, sino para acoger a la población de toda la comarca en caso de que las guerras con los musulmanes así lo exigieran. Ya hemos dejado consignado que la comunidad de los moriscos era vital para el desarrollo de esta ciudad, ya que, aparte de la agricultura, creó una importantísima industria del cuero.
Con su expulsión, su economía entró en una enorme decadencia de la que no se recuperó hasta muy entrado el siglo XIX.
Posteriormente el auge minero e industrial (Almadén, mercurio y Puertollano, carbón), infundieron un nuevo desarrollo a la economía provincial.
De su provincia hay que destacar como su primer centro industrial a Puertollano, villa que, en el pasado, fue reconquistada a los moros por San Raimundo, al mismo tiempo que Almodóvar y Fuencaliente.
Se hizo villa por privilegio de Felipe II, dándole por armas el escudo de la Casa de Austria en el año 1.576. En la actualidad es un importante núcleo industrial en base a su industria petroquímica.
Almadén, en la antigüedad llevó el nombre de Sisapón, mencionado a partir de la época de Augusto. Su nombre actual deriva del de un castillo árabe que protegía la zona minera. Fue reconquistada a los musulmanes en el siglo XII y constituye un importante centro industrial con yacimientos de cinabrio y complejo metalúrgico de mercurio de bocamina. Es el yacimiento más importante del mundo.
Almagro; en opinión de algunos, esta población ya existía en tiempos de los romanos que la llamaron «Marmaria»; otros la denominan como «Gemella Germanorum» y aunque otros, no conformes con esta antigüedad, sitúan su fundación en tiempos de la reconquista por el arzobispo de Toledo don Rodrigo, con el nombre de «Malgrum» y que los moros pronunciaban Almilagro, transformado luego en Almagro, la verdad es que no parecen carecer de razón quienes sitúan su antigüedad en época más remota. El conocido tratadista Piferrer, expone su opinión de que fue fundada por los celtíberos con el nombre «Marmar», que significa «Agua amarga», de la cual dice que hay todavía en esta ciudad un pozo y una fuente. Que del nombre de «Marmar», formaron los romanos el de «Marmaria» y que los musulmanes lo mudaron adaptándolo a su lengua pronunciando «Almaria», «Almara» u otro nombre análogo, del que resultó al fin Almagro.
Valdepeñas, escenario de la lucha contra las tropas francesas de Napoleón durante la guerra de la Independencia, famosa por la calidad de sus vinos.
Manzanares, centro también de la industria de la vid, así como de olivos y modernamente, de materiales para la construcción.
Alcázar de San Juan, con una importante industria vinícola y ganadera, así como cultivos de secano, importante nudo ferroviario, centro industrial de primer orden en la provincia.
Daimiel, Moral de Calatrava, Tomelloso, Argamasilla de Alba y Argamasilla de Calatrava, que recuerdan los hechos de otros tiempos cuando en toda esta comarca imperaba la poderosa Orden de Calatrava.
Así es la provincia de Ciudad Real. Conocida por su gran llanura, cuyos límites se pierden en la lejanía hasta el punto que el cielo parece juntarse con la tierra. El escenario ideal para las gestas caballerescas: no puede olvidarse que don Miguel de Cervantes eligió estas tierras como cuna de su inmortal hidalgo. Por algo sería. La gran influencia, que por toda esta zona, tuvo la Orden de Calatrava, no sólo se refleja en muchos nombres de localidades de la región, sino a su vez en multiples construcciones como la fortaleza y convento de Calatrava, vivo exponente de la importancia de la Orden.