Escudo de Castellón
En campo de oro, cuatro palos de gules, cargado de un castillo de plata aclarado de sable.
Heráldica Geográfica
Las armas de Castellón
Las primeras noticias sobre la ciudad llegan hasta nosotros a partir de la época romana. De cuanto sucedió con anterioridad, no es mucho lo que se sabe.
Parece ser que la primitiva ciudad se encontraba enclavada en el llamado cerro de la Magdalena. Son muchos los historiadores que creen que fue fundada por los romanos, o estos aprovecharon un poblado anterior, al que llamaron Castalia.
Poco más se sabe de dicha época: los antecedentes históricos datan de la Edad Media a raíz de la conquista de la Ciudad por Jaime I a los musulmanes en el año 1.233.
En el año 1.251, la antigua población obtuvo su privilegio al llano, en su emplazamiento actual, en el denominado Palmeral de Burriana, tomando el nombre de Castellón de Burriana. Tuvieron que pasar algunos siglos, concretamente fue en el XVI o principios del XVII cuando tomó el nombre de La Plana, dada la topografía del lugar.
Por tanto, la actual ciudad parte de la época anteriormente citada. Se trató de una nueva villa y de su trazado se encargó Alonso de Arrufat. En ella se agruparon los habitantes de la antigua, a los que se unieron aquellos que moraban en Fradell, Villamargo, Benifat y otras villas cercanas. Castellón conoció, durante muchos años, incesantes luchas y pugnas contra los reyes, al oponerse sus habitantes a los privilegios que otorgaban los monarcas a determinadas clases sociales en detrimento de los intereses de la villa.
Un personaje que se destacó en estas luchas fue Francisco de Vinates que combatió enfrentándose a las mesnadas del rey Alfonso, llamado «el Liberal». En las guerras llamadas de «la Unión», Castellón tomó parte contra el rey don Pedro «el Ceremonioso».
Estas contiendas tuvieron como origen una agrupación formada por la nobleza aragonesa que se constituyó en las Cortes de Tarazona, en 1.283, para defender sus privilegios ante el poder real.
En las Cortes de Zaragoza de 1.283, el rey Pedro «el Grande», concedió a «la Unión», el Privilegio General por el que se comprometía a respetar los fueros y franquicias de la nobleza.
Pero en 1.286, Alfonso, «el Liberal», se negó a reconocer la validez de «la Unión», otorgando privilegios a las personas que tenía por conveniente, rompiendo así el compromiso contraído por Pedro «el Grande».
Naturalmente, «la Unión» se alzó en armas y ante su presión, tuvo que ceder, reconociendo en 1.287 el privilegio de «la Unión», por el que se comprometió solemnemente a no actuar contra ningún miembro de la nobleza sin intervención de la Justicia aragonesa, a convocar Cortes cada año y aceptar los consejos que la Asamblea le propusiera para una mejor gobernación del Reino de Aragón, Valencia y Ribagorza.
Fue una concesión obtenida mediante la fuerza por lo que resulta extraño que su sucesor, el también rey don Pedro, «el Ceremonioso», se apresurara a anularla, lo que dio lugar al enfrentamiento de Epila (1.348), en cuya batalla «la Unión», resultó vencida por las tropas reales y definitivamente abolida.
A pesar de las luchas y turbulencias, la ciudad de Castellón fue creciendo y no pasó mucho tiempo sin que figurara en quinto lugar de las del reino de Valencia.
Pero este crecimiento se estancó a finales del siglo XIV y XV. Sus causas principales fueron una serie de terribles pestes que causaron numerosas víctimas motivadas por las insalubres condiciones de las plantaciones del arroz.
Durante el reinado de Carlos I, Castellón luchó en favor de los agermanados. Aunque sea muy brevemente, conviene explicar de que se trató este conflicto, comúnmente denominado «Germanías».
Todo partió del odio de las clases artesanales hacia la oligarquía que controlaba las ciudades y la aristocracia propietaria del campo. Las «Germanías», en sus comienzos fueron asociaciones para rechazar las incursiones de los piratas berberiscos en las costas levantinas.
El detonante de la insurrección fue la huida en masa, de los nobles valencianos, para escapar de las epidemias de peste que se abatieron sobre el Levante en el año 1.519.
Joan Llorenç, un tejedor valenciano, pretendió instaurar un régimen republicano, aprovechando el destierro voluntario que, a causa de la epidemia de peste, se habían impuesto los nobles y las autoridades valencianas.
Poco a poco, el movimiento de las «Germanías», se fue extendiendo por todo Levante. Después de una cierta política vacilante de Carlos I, reconociendo en un principio a la «Germanía», pero cuando esta se decidió a atacar las propiedades de la nobleza, reaccionó, ordenando someter por la fuerza a las milicias populares agermanadas.
Vencidas las «Germanías» y ajusticiados sus principales jefes, Castellón, tornó a la normalidad. Pero llegado el siglo XVIII se decantó a favor del archiduque Carlos de Austria, en la Guerra de Sucesión lo que hizo que, al resultar triunfante el pretendiente francés, coronado como Felipe V, de España, Castellón perdiera todos sus Fueros y sus Jurados, desapareciendo su Consejo.
Las contiendas bélicas que se fueron sucediendo en España, afectaron a Castellón.
Durante las guerras carlistas, se declaró partidaria de la causa liberal que defendía el derecho al Trono de la joven Reina Isabel II, frente a su tío don Carlos.
Sitiada por los carlistas en 1.837, tuvo que sufrir varios asaltos intentados por el jefe carlista Cabrera, aquel a quien se le denominó «El Tigre del Maestrazgo».
Como premio a su lealtad, Castellón, en 1.833, por Real Orden fue declarada capital de la provincia, obteniendo el título de ciudad. De su provincia, cabe destacar a Benicarló, de la que se cree fue fundada por los fenicios 331 años antes del nacimiento de J. C. llamándola «Histra», equivalente a «pueblo de muchas viñas».
El nombre actual de Benicarló le fue impuesto a la villa por los moros. Reconquistada por el rey don Jaime I, este monarca le dio a don Ramón de Belmonte orden de restaurarla y repoblarla allá por el año 1.237.
Burriana, población antiquísima; se ha llegado a decir que fue fundada casi dos mil años antes de J.C.
Parece ser que en su origen se llamó «Brijiana», equivalente a «población muy fuerte de Ana», nombre que con el transcurso de los siglos se transformó en Burriana. Algunos autores achacan su fundación a los griegos, y que le dieron el nombre de Burriana en memoria de otra ciudad sita en su país llamada Buris
Lo cierto es que todo lo anterior no pasan de ser conjeturas, y no se encuentra mención alguna de ella en la Historia de España anterior al año 1.235, en que fue reconquistada por el rey don Jaime I, de Aragón.
Morella, que tiene el honor de ser la primera plaza que reconquistó, en el reino de Valencia, el rey don Jaime I de Aragón. Esto sucedió en 7 de enero del año 1.232.
San Mateo, situada a la derecha de la rambla de Cervera, en el extremo septentrional de un valle.
Onda, población muy antigua engrandecida por los moros, reconquistada por el rey Jaime I, en el año 1.268.
Segorbe, que en 1.245 fue reconquistada por Jaime I. La expulsión decretada por Felipe II, siglos más tarde, de los moriscos que la habitaban, la afectó profundamente. Desde el siglo XVII, el Señorío de Segorbe pasó, por matrimonio, a la casa de Medinaceli. Durante la guerra de la Independencia fue ocupada por las tropas napoleónicas y sufrió bastante durante las guerras carlistas.
Albocacer, sobre su fundación, el genealogista Piferrer, dice que «en tiempos de los moros era tan sólo una pequeña alquería donde moraba uno muy rico llamado Albocacer, de quien tomó el nombre. Reconquistada por el rey don Jaime I, de Aragón, este se la dio a don Juan de Btusca, Señor de Pauls, en Cataluña, con el encargo de establecer en la comarca treinta pobladores según los Fueros, usos y costumbres de Zaragoza».
Benasal, en medio de un espeso bosque rodeado de altas montañas. Se cree que su nombre tiene la procedencia en el de algún moro que se llamó Ben-Azam o Ben Azal. Pero también, en opinión de otros, Benasal, debe su nombre al haber sido edificadas sus primeras casas en un campo de heno (Fenasal, nombre lemosino). Las noticias más dignas de crédito parten del año 1.252 en que fue reconquistada del poder de los musulmanes. Se encargó de poblar la villa don Blasco de Alagón que estableció en ella su casa solar.
Peñíscola, a la que algunos atribuyen su fundación a los fenicios 31 años antes de la Era Cristiana, a la que llamaron «Chernoneso». Los romanos la denominaron Península, de donde se supone deriva su actual nombre de Peñíscola.
El rey, don Jaime I, la reconquistó de los árabes para la corona aragonesa en el año 1.234, pasando a dominio de la Orden del Temple y más tarde, al ser disuelta la anterior, a la de Montesa. La fama de esta población proviene de su castillo, edificado por los templarios en el siglo XIII y al cual se retiró en 1.415 hasta su muerte en 1.423 el Papa Benedicto XIII, en la Obediencia de Avigñon, el aragonés don Pedro de Luna, llamado el Papa Luna.
Una vista de la impresionante fortaleza de Morella, primera plaza que en la Reconquista, tomó Jaime I, «el Conquistador» en el Reino de Valencia.