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Barcelona

Escudo de Barcelona

Escudo cuartelado: primero y cuarto de plata una cruz llana de gules; segundo y tercero de oro dos palos de gules.

Heráldica Geográfica

Las Armas de Barcelona

Colonia Augusta Paterna Favencia Barcino: he aquí el nombre de la antigua colonia romana de la que procede la actual ciudad de Barcelona. Una colonia de la Hispania Citerior.

Según parece, esta colonia data de la época del emperador Augusto y sus habitantes fueron reconocidos como ciudadanos romanos, aunque se tratara de los pueblos autóctonos de aquel lugar. Poco se sabe de estos: las primeras noticias dignas de crédito son aquellas que se refieren a la dominación romana. Lo que sí se sabe es que los habitantes de la región fueron inscritos en la tribu Valeria.

El nombre de Barcino es muy antiguo. Está comprobado que ya existía en el siglo IV, antes de J.C. y, en honor a la verdad, existen quienes lo atribuyen a los griegos, a los que hacen constructores de la primera población, siendo los romanos los segundos, es decir que cuando estos llegaron ya se encontraron con una colonia griega establecida en el lugar. En ciertas monedas ibéricas aparece el nombre Berceno y de ahí se deduce (a través de otras denominaciones como Bercenone, Barcinona, Barcilonum) el nombre actual de la ciudad: Barcelona.

Parece ser que el crecimiento de la población (partiendo de la dominación romana) no fue muy rápido. Por el contrario, bastante lento. No obstante, bien es verdad que a finales del siglo I, la población, totalmente romanizada, ya había dado a Roma algunos senadores nacidos en ella.

La época de Trajano se caracteriza por un aumento de la ciudad que se calcula contaba ya con unos tres mil quinientos habitantes. Pero el siglo III, con las convulsiones sufridas por el imperio romano, llevaron sus consecuencias a Barcelona, paralizando su crecimiento y ocasionando incluso importantes destrucciones en lo ya construido. Este fue el motivo por el que, al construir una nueva ciudad, la misma fuera protegida por fuertes murallas, a finales del siglo II. Fue durante este siglo cuando la población barcelonesa se cristianizó.

Barcelona fue capital del reino del monarca visigodo Ataúlfo que estableció en esta ciudad su corte. Esta es una época en la que al carecer de documentación de garantía, se conoce muy poco.

La constancia histórica que queda de la época citada es que Ataúlfo eligió Barcelona como capital de su estado visigodo. Por tanto, la ciudad fue capital de una nación, allá por el año 415, y que fue por entonces cuando la población comenzó a coger un gran auge, está asimismo fuera de toda duda. Y Barcelona fue también la capital del reino visigodo de Teudis, así como el centro de la rebelión del duque Paulo, en el año 672. Entendemos que es conveniente citar quién fue este personaje y en qué consistió su rebelión: fue un noble visigodo que, después de la elección de Wamba (año 672) se le encomendo sofocar la rebe lión de Hilderico, otro noble que no estaba muy de acuerdo con la anteriormente citada elección.

Pero Paulo, se dejó dominar por la ambición y se proclamó a sí mismo rey consiguiendo establecer su dominio sobre toda la Galia gótica y parte de la Tarraconense (a la que pertenecía Barcelona), Wamba lo atacó con un poderoso ejército y hecho prisionero, fue condenado a ser encerrado en una mazmorra hasta el final de sus días.

Cuando llegó la invasión sarracena a la Península Ibérica, Barcelona resistió bastante tiempo el empuje musulmán, hasta que en el año 712 fue ocupada por las huestes invasoras.

Pero los árabes no se hicieron notar por dureza alguna, por el contrario fueron muy tolerantes, limitándose a tomar la administración de la ciudad, así como su defensa, pero sin inmiscuirse para nada en las creencias de la población que continuó siendo cristiana. Las convulsiones bélicas que azotaron Barcelona se debieron a los propios musulmanes que muchas veces actuaron con independencia de los califas cordobeses a los que debían obediencia. En algunos casos llegaron hasta la rebelión armada, como el Valiben Ioctan, que se declaró vasallo de Carlomagno.

Tal estado de cosas forzosamente despertó la codicia franca de conquistar Barcelona, aunque una primera expedición armada organizada por Luis «el Piadoso» fracasó. Algunos años más tarde, el mismo monarca auxiliado por Guillermo de Tolosa y el conde Rostany de Gerona, logró con quistar Barcelona, arrebatándosela a los musulmanes. Como gobernador que nombrado un noble visigodo, el conde de Bera. Y así, Barcelona se convirtió en el núcleo más importante de la Marca Hispánica, en el territorio que correspondía a la Catalunya Vella. Los musulmanes realizaron varios ata ques contra la población, siendo el más importante el llevado a efecto por Almanzor que desvastó en gran parte la ciudad.

Tras diversas vicisitudes, Barcelona comenzó a ser gobernada por sus condes. Y así, durante los siglos XII y XIII, Barcelona se convirtió en uno de los núcleos más importantes del occi dente europeo. La extraordinaria pujanza catalana iniciada a principios del siglo XIII se debió a que la oligarquía financiera, así como la burguesía, se asoció a la política de los condes quienes, a su vez, protegían el comercio catalán. Basta con citar un sólo ejemplo de esta colaboración: Jaime I prohibió cargar mercancías en el puerto de Barcelona a cualquier barco extranjero mientras en dicho puerto hubiera otros buques catalanes, a los que también reservó en exclusiva el comercio y transporte de vinos por toda la costa catalana.

Puestas así las cosas, la ciudad costeó la expedición militar que terminó con la conquista de Mallorca, recibiendo el derecho de comerciar con la isla libre de impuestos. Y no fue tampoco poca la aportación catalana a la conquista de Valencia, algunos años más tarde. Partiendo del Consejo Municipal creado por Jaime I, posteriormente se llegó al denominado Consell de Cent (Consejo de Ciento) elegido por los cinco miembros del Consejo Municipal reducido (Consellers) y por los funcionarios nombrados por el rey (batlle y veguer), se componía por los ciudadanos más activos de la ciudad (ciutatans honrats), mercaderes, artistas y menestrales. Se formaron asimimismo las Corts catalanas, con una amplia representación barcelonesa.

La primera mitad del siglo XIV fue la época de mayor prosperidad de la ciudad. Esto no quiere decir que, por distintas causas, entre las que proyectó una mayor incidencia determinada crisis demográfica, no dieran lugar a revueltas populares, hasta que en 1.401 tuvo lugar la creación de la Taula de Camvi, que constituyó el primer banco público de la población. Los conflictos de intereses que se disputaban el poder municipal acarrearon que el centro de la actividad mercantil se desplazase a Valencia de modo que en 1.477 la población barcelonesa quedó reducida a poco más de 20.000 habitantes. Sin embargo, la iniciativa catalana supo remontar esta crisis y ya en el año 1.550, sus habitantes pasaban de los 50.000 mil. Un papel importante en esta recuperación lo tuvo el incremento de las industrias textiles que abastecieron de paños a toda la Península. Esto, junto con otras causas en las que no es de desdeñar el conocimiento mercantil catalán, supuso que Barcelona y en general toda Cataluña, le permitieran evitar la lenta decadencia general española.

Durante todo el siglo XVII, la prosperidad de la ciudad no sólo se mantuvo, sino, que aumentó, y es aquí donde, precisamente, se oculta el motivo de la idea del centralismo propiciado por la corona española, al contrastar la riqueza de una de sus regiones con la paulatina pobreza que se iba adueñando de Castilla y, en general, de las demás provincias españolas.

El conde-duque de Olivares se propuso asimilar Cataluña al sistema tributario y político castellano y, como era natural y lógico, Barcelona se sublevó en defensa de sus instituciones tradicionales. La guerra duró desde el año 1.640 al 59 y provocó la postración de Barcelona. Pero nuevamente la iniciativa catalana se impuso y no pasó mucho tiempo sin que la ciudad recobrara su anterior bienestar.

Crecieron las actividades mercantiles y esto se concretó en una etapa fuertemente expansiva, iniciada en 1.660. Pero esta recuperación se vió truncada por determinado hecho histórico: la muerte del rey Carlos II que planteó el problema sucesorio al existir dos candidaturas a la Corona de España: el archiduque de Austria y el príncipe borbónico Felipe, de Francia, Barcelona se declaró partidaria del archiduque, apoyándola en la guerra de Sucesión (1.705-14). El conflicto bélico paralizó las actividades mercantiles, así como el hecho de que el sitio de Barcelona a cargo de las tropas borbónicas ocasionaron 6.000 víctimas. Y no fue esto, con ser grave, lo peor, ocurrió que la represión llevada a cabo por el rey Felipe V, disgustado por la feroz oposición que le habían hecho los catalanes, apenas sus soldados ocuparon Barcelona, se apresuró a privarla de sus privilegios, de su autoridad municipal y hasta de la Universidad que fue trasladada a Cervera, el ejército invasor, no satisfecho con todo lo anterior, hizo construir una fortaleza militar dentro de la ciudad (La Ciudadela) para lo cual fue preciso destruir casi todo el barrio de Ribera, en total algo más de unos 800 edificios.

Barcelona estaba vencida, pero no dominada y esto lo evidenció la energía con la que sus habitantes se pusieron a trabajar para no sólo cicatrizar las heridas de la guerra, sino volver a engrandecer su población, tornando a las actividades mercantiles que tanta prosperidad le habían llevado en el cercano pasado.

Tuvo que ocurrir un nuevo conflicto bélico para que se cortara, por unos años, la consolidación de Barcelona como el centro económico más importante de la Península: la Guerra de la Independencia. Tras estos avatares, Barcelona continuó su crecimiento, apoyándose con preferencia en su pujante industria textil.

A mediados del siglo XIX, Barcelona constituía el núcleo industrial más importante de España, unido a una amplia cultura ciudadana que se extendía en toda la ciudad.

Durante lo que va de siglo, la historia de Barcelona es relativamente reciente, por lo que creemos no es preciso ahondar sobre ella.

Basta saber que fue una época de frecuentes convulsiones sociales y desarrollo de la lucha sindical que desencadenó durísimas represiones por parte de las autoridades de aquel entonces. Barcelona fue denominada «la ciudad de las bombas», tiempo felizmente superado y que culminó con el establecimiento de un Estatuto de Autonomía encarnado en la Generalitat, perdido tras la derrota de las fuerzas de la II República española y recobrado en tiempos recientes.

En lo que se refiere a su provincia, cabe destacar a sus grandes poblaciones como Manresa, Tarrasa, Sabadell, Mataró, Badalona, Villafranca del Penedés, Igualada, Vich, Villanueva y Geltrú, Olot, Santa Coloma de Gramanet, y Cornella. Se trata de núcleos importantísimos sobre todo en su aspecto industrial y que, junto con la capital, Barcelona, componen un territorio autonómico muy importante, quizás, el más importante de la Península Ibérica.