Press ESC to close

Suárez

La estirpe de la Casa Suárez

Su origen, historia y hechos

El origen de este apellido se encuentra en Asturias. Al menos, esa es la opinión más generalizada. Avala esta creencia el hecho de que en esta región abunda este apellido patronímico y no cabe duda de que muchas familias del mismo son ramas que han partido de dicho tronco. Lo que sucede es que son tan numerosas las familias de este apellido y de tal forma se encuentran extendidas por todo el territorio nacional, que en la mayoría de las cosas no las une nexo alguno, ni parentesco de sangre, lo que da motivo a que se utilicen diversas armas.

Los del apellido Suárez, como antes hemos dejado dicho, se han bifurcado en infinidad de ramas; citaremos algunas:

Suárez de Deza: Esta rama procede de Galicia. Viene de muy antiguo, porque ya en el siglo XII, se encuentran caballeros y ricoshombres apellidados Suárez de Deza, por haber antepuesto el patronímico Suárez al apellido Deza de su linaje, siguiendo la costumbre que imperaba en su época. Y así, como apellido compuesto perduró el Suárez de Deza, extendiéndose por otras provincias españolas pero siendo todas líneas del solar gallego.

Suárez de Quiñones: En el siglo XVI, el caballero don Pedro Suárez contrajo matrimonio con doña Catalina de Quiñones Osorio. Por hijo tuvieron a don Francisco Suárez de Quiñones, con el cual quedó formada la familia de dicho apellido que, con el paso del tiempo, quedó convertido en uno solo, Suárez de Quiñones.

Suárez Camberos: Ésta es otra noble casa que formó el apellido a través de enlace matrimonial. Está entroncada con la también muy noble de los Pliego-Valdés.

Suárez de Figueroa: Esta noble familia ostenta el título de Duques de Feria, que fue concedido por el rey Felipe II, en 1.567, con Grandeza de España a don Gómez Suárez de Figueroa y Fernández de Córdoba, quinto Conde Feria, Consejero de Estado y de Guerra y embajador en Inglaterra. Le sucedió su hijo don Lorenzo segundo Duque de Feria, primer Marqués de Villalba, Conde de Zafra y Comendador de Santiago, embajador en Roma, Consejero de Guerra y Estado y virrey de Cataluña. Su hijo Gómez fue el tercer Duque de Feria, segundo Marques de Villalba, Conde de Zafra, Comendador de Santiago y Consejero de Guerra y Estado. Lorenzo Suárez de Figueroa, cuarto Duque de Feria a quien sucedió en el ducado su abuelo materno Alonso Fernández de Córdoba Figueroa, quinto Duque de Feria, quinto Marqués de Priego, tercero de Villafranca, segundo de Montalbán, tercero de Celada y Caballero del Toisón de Oro.

Son numerosos los personajes que este apellido ha dado a la historia. Entre ellos, cabe citar en primer lugar a Gonzalo Suárez Rondón, conquistador español, que se cree nacido en Málaga. Participó en varias campanas militares en Europa y Africa, con el emperador Carlos V y en 1.535 pasó a América. Se distinguió en las expediciones de Fernández de Lugo y Jiménez de Quesada. Lo que este conquistador tuvo que luchar en el Nuevo Mundo, queda reflejado en el relato de las dos expediciones antes citadas, sobre todo en la segunda, la de Jiménez Quesada.

Setecientos cincuenta hombres, entre los que va Gonzalo Suárez Rondón. Se pasó hambre, se comieron sapos, caballos que iban muriendo, hubo que luchar no sólo contra la naturaleza hostil, sino contra los indios que acechaban escondidos en la espesura. Algunos cayeron agotados para morir. Al fin, sólo quedaron doscientos hombres que consiguieron llegar hasta una aldea indígena, donde lograron encontrar alimentos y reponer sus fuerzas. Pero la epopeya mayor en la que participó Suárez Rondón es aquella en la que se dejó influenciar por su jefe Jiménez de Quesada. La leyenda de «El Dorado», el príncipe indio que todos los días bañaba su cuerpo en polvo de oro. Se contaba que un cacique había castigado cruelmente a su esposa por serle infiel y que ésta, enloquecida, se había arrojado con su hijo a las aguas de una laguna. El jefe indio lleno de dolor y arrepentimiento, recurrió a los brujos quien le hicieron creer que su esposa seguía viva y habitaba en un palacio situado en el fondo del lago. Para contentarla y desagraviarla le dijeron que debería hacerle ofrendas de oro. Anualmente, el príncipe montaba en una barca que llevaba por remeros a súbditos nobles. Cuatro hogueras ardían a bordo y eran alimentadas por maderas olorosas. En el centro de la laguna, el príncipe se desnudaba totalmente y recubría su cuerpo de una tierra grasosa sobre la que se espolvoreaba el oro. A sus pies yacían un montón de riquezas que arrojaba al fondo de la laguna. Esta leyenda enloqueció a Jiménez de Quesada, al igual que a tantos conquistadores y decidió emprender la búsqueda de «El Dorado». Suárez Rondón, fue uno de los capitanes que lo acompañaron en la descabellada empresa. El balance de su aventura es el siguiente: De mil trescientos españoles, regresaron sesenta y cuatro. De mil quinientos indios que cargaban la impedimenta, volvieron cuatro. Y de mil cien caballos, sólo se salvaron dieciocho. Gonzalo Suárez Rondón fue uno de los que consiguió salvar su vida.

Otro personaje de este apellido, muy conectado con América fue don Lorenzo Suárez de Mendoza, administrador colonial español, que al igual que el anterior, no se sabe con certeza el lugar de su nacimiento, aunque se cree que fue Guadalajara. Fue Virrey de Nueva España, donde gobernó de 1.580 a 1.583. Fue un hombre honesto que, se propuso terminar con cuantos abusos se cometían por parte de los funcionarios españoles sobre los indígenas, para lo cual solicitó del rey Felipe II el envío de un visitador Real, que comprobara personalmente cuantas denuncias a este respecto él efectuaba y aprobara las medidas tomadas. El visitador Real fue el Obispo Pedro Moya de Contreras que, en efecto, dio toda la razón al Virrey Suárez. Los tres años que ocupó el cargo fueron de florecimiento para el Virreinato, una época muy próspera en el comercio.

Otro personaje notabilísimo de este apellido fue don Cristóhal Suárez de Figueroa, nacido en Valladolid, en el año 1.571. Todavía adolescente, problemas familiares le impulsaron a abandonar España y trasladarse a Italia donde cursó estudios de Leyes en Bolonia y Pavía y desempeñó diversos cargos jurídicos. En 1.604, tras las muertes de su padre y hermano, regresó a España, viajando por todas las provincias. En Granada apareció el aspecto sentimental de su vida al enamorarse de una dama que murió al poco tiempo. En 1.623 pasó al servicio del Duque de Alba por entonces Virrey de Nápoles y fue auditor de Lecce. En el ejercicio de este cargo se enfrentó con la Inquisición, por lo cual fue excomulgado, hasta que la intervención del rey Felipe IV produjo el levantamiento de su condena y fue nombrado fiscal de Trani. De sus obras, la más interesante es la titulada «El passagero» escrita en 1.617, donde cuenta la crónica de un viaje entre Madrid y Barcelona en el transcurso del cual cuatro pasajeros hablan de los más diversos temas y no faltan las críticas dirigidas a Lope, Quevedo, Cervantes y Alarcón, entre otros.

Por último indicar que este apellido fue erigido en Ducado por S.M. el rey don Juan Carlos I en el año 1.981, en la persona del político don Adolfo Suárez González, primer Duque de Suárez, y por dos veces Presidente de los gobiernos españoles, que se sucedieron a la muerte del anterior Jefe del Estado, generalísimo don Francisco Franco Bahamonde.

Las armas que ostentó la casa original del apellido Suárez, de Asturias y León, son las siguientes: En campo de oro, dos torres de piedra con sus almenas sumadas de un águila de sable.