La estirpe de la casa Peláez
Su origen, historia y hechos
Este apellido es un patronímico derivado del nombre propio Pelayo, ya que se cuenta de él, que viene del tiempo de los godos y que algunos caballeros así llamados, estuvieron con el invicto caudillo don Pelayo, en su refugio de las montañas en Covadonga. Lo que sí parece cierto es que desde un comienzo, los de este linaje tomaron una parte muy activa en la guerra contra los moros invasores de la Península Ibérica.
Basándonos en la «Enciclopedia Heráldica y Genealógica» de García Garrafa, obtenemos el dato de que, en el siglo VIII ya eran muchas las familias que utilizaban el apellido Peláez y que continuaron difundiéndolo por Castilla, León, Asturias y Galicia. El citado genealogista indica, con mucho acierto, que sería prácticamente imposible estudiar las todas.
Dice el genealogista de referencia que, acontece con el apellido Peláez lo mismo que con los restantes patronímicos, esto es, que lo llevan y lo han llevado familias de muy distinta cuna, sin vínculos de sangre ni de parentesco, y tratar de conocer la ascendencia de cada una de ellas, su solar y su tronco, impondría investigaciones muy largas y difíciles sin probabilidades de éxito. Por tanto, seguiremos sus informaciones, en lo que podríamos denominar, una línea general para todo el linaje. Se tiene por el más antiguo solar de la familia Peláez, el que radicó en un lugar llamado Villademós, del Concejo de Valdés, partido judicial de Luarca, siendo, por tanto un linaje claramente asturiano. Dice el genealogista que hemos citado antes, que se trataba de una torre alta, fuerte y cuadrada, con troneras y saeteras, puente levadizo y plataforma almenada con foso y contrafoso, que más tarde fueron cegados.
El padre Carballo, en su libro «Linajes y Casas de Asturias», se refiere a los servicios que prestaron los dueños de dicha Torre, afirmando que el caballero que la poseía en los tiempos de la Reconquista se llamaba Pelayo Peláez, y que con cuatrocientos hombres, todos vasallos suyos, acudió valerosamente en ayuda del rey don Pelayo y al llegar a Cornallana vino a dar con tres mil moros que huían hacia Galicia, y sostuvo con ellos un fuerte combate, que finalizó con la total derrota de los sarracenos. Se sigue contando la historia de este linaje basándose en una antigua tradición que dice que el caballero Peláez, que poseía la Torre en tiempos del intruso rey Mauregato, siguió el partido de los legítimos reyes asturianos. Se llamaba Diego Peláez y se opuso, con sus gentes, a todos los moros que encontraba en su camino, defendiendo a toda costa el paso llamado Ricavo, entre los concejos de Valdés y Pravia.
Luego tuvo que pasar a Galicia y durante su forzada ausencia lo despojó de su Torre, Mauregato, que la entregó a sus leales. A su regreso, el citado Diego Peláez tornó a tomarla por la fuerza e hizo prisioneros a todas las gentes de armas que la defendían, Pelayo Gutiérrez fue su descendiente y también Armígero del rey Ramiro I, confirmando el voto de Santiago.
Por aquellos tiempos, y ahora tomamos como fuente de información al obispo Sebastiano, llegaron los normandos a las costas de España y en una de sus incursiones dañaron gravemente la Torre de Peláez, así como la iglesia de Santa Eufemia que estaba junto a ella. Años después, los de la familia Peláez tornaron a reedificarla, morando en ella Munio Peláez. El conde Gonzalo Peláez fue caballero muy poderoso en Asturias y también fue de esta familia Fruela Peláez, que se encuentra sepultado en la iglesia vieja del convento de San Juan de Corias, a unas ocho leguas de la ya citada Torre de Peláez.
Pero hubo otras ramas asturianas de este linaje: Una de ellas radicó en el concejo de Somiedo, del partido judicial de Belmonte. Poseyó el señorío de Páramo de Fonceya, en la misma comarca, y como su progenitor aparece don Pelayo Fuela que casó con doña Aldonza Ordoñez, que fue hija del infante don Ordoño, «el Ciego», y de la infanta doña Cristina. Martín Peláez es el famoso campeón «a quien el Cid de cobarde hubo buen caballero y muy esforzado» y que tras haberse mostrado muy tímido en la guerra, salió después uno de los más valerosos capitanes que siguieron al invicto Rui Díaz de Vivar.
Otra casa de Peláez tuvo su principal asentamiento en el concejo de Llanera, del partido judicial de Oviedo, del que era tronco, a principios del siglo XVII, Toribio Peláez. Y otra familia de este mismo apellido, radicada en Asturias, tuvo su morada en la Parroquia de Viloña, del partido judicial de Infiesto. Algunos de sus miembros hicieron probanza de hidalguía y limpieza de sangre ante la Real Chancillería de Valladolid.
Hubo muchas más familias de este linaje, radicadas en Asturias. Sería muy largo extenderse detallándolas. Una rama estuvo ubicada en la parroquia de Borines, en el lugar de Valloval, del concejo de Piloña y fue precisamente de esta rama de la que pasó una línea a las Antillas, residiendo en Puerto Rico para trasladarse después a La Habana.
Otra familia, estuvo en el lugar de Santiago junto a Tudela de Veguín, en el partido judicial de Oviedo, con líneas en Castilla La Mancha y Andalucía. Otro moró en la villa de Gozón, del partido judicial de Avilés. Se apellidó Peláez de la Pola.
Las armas de este linaje que figuran esculpidas en una de las veintiséis urnas sepulcrales incrustadas en la capilla de los Reyes, Condes e Ilustres varones del Monasterio de San Pedro de Cardeña, sito en la provincia de Burgos, y que guardaba los restos del caballero asturiano Martín Peláez, deudo de don Rodrigo Díaz de Vivar, «el Cid», son estas: En campo de gules, un brazo armado de plata, moviente del flanco siniestro y empuñando una espada del mismo metal con la punta hacia el jefe.