Escudo de Valencia
Losange de oro con cuatro palos de gules; cimado de una corona real sumada de un murciélago de sinople; acompañado de dos eles de oro, una a cada lado, sumadas de dos coronas reales.
Heráldica Geográfica
Las armas de Valencia
La historia de Valencia, propiamente dicha comienza en el año 138 antes de J.C. por el cónsul romano Décimo Junio Bruto quien comenzó la población de la ciudad estableciendo en ella a antiguos seguidores de Viriato. Este, como se sabe, fue un célebre caudillo lusitano que levantó a varios pueblos de la península en contra de la dominación romana, harto de soportar las arbitrariedades del cónsul Galba. La historia de aquellas luchas es muy conocida para repetirla aquí. Sólo decimos que por más que la poderosa Roma se esforzó, nunca pudo vencer al caudillo lusitano y sus legiones fueron de derrota en derrota. El final del gran caudillo fue ciertamente lastimoso: Sus tres lugartenientes Audas, Ditalcon y Mínuro, le dieron muerte cobardemente mientras dormía en su tienda.
Por cierto que cuando el trío de siniestros personajes se presentó ante los romanos para reclamar la paga ofrecida por el asesino, vino aquello de «Roma no paga traidores». Pero lo cierto es que el cónsul Junio Bruto ofreció a los seguidores del caudillo asesinado nuevas tierras donde establecerse y ese lugar fue Valencia. Su nombre romano fue el de Valentia Edetanorum, pero su importancia quedaba muy disminuida ante la importancia de la vecina Sagunto, ciudad fiel, aliada de Roma.
Sólo cuando, durante las guerras púnicas, el general cartaginés Aníbal destruyó totalmente Sagunto, creció la importancia de Valencia rodeándose de un perímetro amurallado. A partir de la Era Cristiana, con su título de colonia romana y su disfrute del derecho itálico, llevó una vida pacífica lo que contribuyó a su engrandecimiento.
En el año 304 Publio Dacianom enemigo acérrimo del cristianismo creyó oportuno apresar a Valero, obispo de Zaragoza, con su diácono Vicente y los trasladó a Valencia, sometiéndolos a martirio. De ahí que San Vicente Mártir sea el patrón de la ciudad Valenciana.
De la época anterior a los acontecimientos narrados, tal y como ha quedado anteriormente expuesto, poco es lo que se conoce. Los restos más antiguos pertenecen al paleolítico medio (se encuentran en la cueva Negra, en Játiva) y los más numerosos se concentran en la zona comprendida entre Alcoy, Játiva y Gandía, y son demostrativos de una cultura relativa desarrollada, pero de la que no se sabe mucho. Ahora bien, las pinturas rupestres del barranco de la Gasulla y de la cueva de la Araña demuestran que en el País Valenciano existió una cultura cazadora.
En la Edad de Bronce se supone que existía una población relativamente densa, poseedora además de una cultura peculiar en la región valenciana, la cual fue bautizada como «Cultura del Bronce Valenciano». Se trata de una cultura urbana, pero también guerrera, conocedora de la escritura y con un arte de clara influencia helénica (recuérdese la Dama de Elche). Esta cultura predominó hasta la con quista romana de la cual fue contemporánea. La conquista romana fue rápi da, pero el último período de este dominio en el País Valenciano es muy poco conocido.
El período visigodo fue tardío y no muy largo, pues en el año 554 los bizantinos conquistaron las tierras meridionales, aunque posteriormente las abandonaron.
Este período visigodo finalizó con la conquista musulmana en el 712 y el 714. Con el dominio musulmán, Valencia creció en prosperidad y riqueza. Los árabes introdujeron nuevos cultivos al tiempo que acrecentaban los ya existentes, creando asimismo numerosos canales de regadío.
En al año 1.094, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, conquistó Valencia que conservó hasta su nuerte ocurrida en 1.099. Su viuda, Jimena, resistió los ataques de los almorávides hasta que estos conquistaron Valencia en el año 1.122. Le estaba reservada al rey Jaime I la reconquista del País Valenciano. Pero la lucha entre el Fuero de Valencia y el Fuero de Aragón se agravó en los tiempos posteriores.
Valencia conoció calamidades: En 1.348 la peste negra azotó el reino y con ella comenzaron las dificultades ya en el caso de la Edad Media, porque sucesivas pestes causaron estragos en la segunda mitad del siglo XIV. Llegaron los años del hambre, los asaltos a la judería y a la morería (1.391 y 1.455).
Tras distintas vicisitudes que la historia se ha encargado de relatar, tales como la revuelta de las Germanías en tiempos del emperador Carlos V, o el problema de los moriscos, muy numerosos en Valencia, en algunas de cuyas poblaciones constituían el núcleo principal de sus habitantes, le llevó a Felipe II a decretar su expulsión de España.
Las consecuencias de esta expulsión constituyeron un golpe muy rudo para el País Valenciano y perduraron durante siglos. Casi 120.000 moriscos salieron del reino lo que constituía un 22% de la población y los señores feudales resultaron los principales perjudicados ya que perdían la mayor parte de sus vasallos que además eran los más hábiles agricultores.
Y en 1.648 reaparecieron las pestes con su secuela del hambre y la aparición del bandolerismo.
Como Valencia durante la Guerra de Secesión se declaró partidaria del archiduque de Austria, al resultar vencedor el francés Felipe V, tomó veganza, suprimiendo los fueros valencianos de forma que las leyes tradicionales fueron substituidas por las castellanas.
La historia trajo otras convulsiones que sería largo de consignar aquí. Queda por decir que hoy, Valencia y su provincia, constituyen una de las comunidades más prósperas del Estado Español.
En lo que se refiere al Arte, los más antiguos antecedentes de la región valenciana se remontan a la prehistoria: La cueva del Parpalló pertenece al paleolítico. Al mesolítico las pinturas de la cueva de la Gasulla. A una época posterior corresponden el arte ibero, así como cierto tipo de cerámica.
De la época romana se conserva el Arco de Cabanez, sito en Castellón, y las ruinas de la ciudad de Sagunto. De la dominación árabe, puede verse todavía los baños, único ejemplar que se conserva en la región, y el castillo de Játiva, aunque a este se le añadieron con posterioridad bastantes elementos góticos.
De todo lo anterior, en Valencia se encuentra el Museo de Prehistoria fundado en 1.927 por la Diputación Provincial. En sus diez salas pueden admirarse las abundantes e inestimables piezas, desde el paleolítico al romano. En lo que se refiere al Museo Histórico Municipal, en él se conserva además del Pendón de la Conquista (siglo XIII), la Senyera, la bandera representativa de Valencia; la letra de cambio más antigua de España y una espada pertenciente al rey Jaime I «el Conquistador».
No es posible citar a Valencia sin referirse a su fiesta más famosa: Las célebres Fallas, su nacimiento data del siglo XVIII.
En el año 1.946 fueron declaradas Fiestas de Arte de Interés Nacional y en 1.965 Fiestas de Interés Turístico.
¿Cuál fue el origen de las Fallas?. Parece ser que viene de cierta costumbre que tenían los carpinteros de la ciudad valenciana que quemaban en las calles cuantos artefactos ya no les resultaban de utilidad, con el tiempo, a estas hogueras se les fueron añadiendo muñecos jocosos a los que llamaron «ninots» con la intención de divertirse viéndolos arder.
En resumen: el mejor juicio que puede efectuarse de Valencia lo hizo el cardenal de Retz, el príncipe de la lglesia francés, que ya sobre el año setecientos escribió tras un viaje efectuado a España: «Desde Aragón entré en el Reino de Valencia que se puede decir no solamente que es el país más sano, sino también el más bello jardín del mundo». Y es verdad; mucho tiempo atrás, el rey don Pedro el Ceremonioso calificaba a los jardines de Valencia de grandes y anchos. Ya en la época musulmana, un poeta árabe escribió que por la abundancia de jardines denominábase Valencia, ramillete de España. Era, a su juicio, una de las tierras más hermosas del mundo.
Todo en el País Valenciano es eso: un vergel. Vinaroz, retomada en tiempos de Jaime I, fue feudo de los Templarios; Benicarló, Peñíscola la península histórica con su castillo (en tiempos de los Templarios), donde fijó su residencia el papa Benedicto XIII, el famoso Papa Luna; Oropesa y su torre del Rey, Benicasim, Sagunto, la inmortal ciudad que luchó bravamente contra las huestes del caudillo cartaginés Aníbal, hasta su total destrucción. Gandía, la patria del gran poeta Ausías March y San Francisco de Borja. Játiva, la ciudad de los Papas españoles Calixto II y Alejandro VI.